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Política

El breve tiempo de la derecha

"Lo que ha mostrado de esta “nueva derecha” es que el único programa económico que es capaz de manejar es aquel que les impone el Fondo Monetario Internacional (FMI)”.

Adrianzén
Adrianzén

Cuando el argentino Mauricio Macri ganó las elecciones en diciembre de 2015, algunos analistas políticos comenzaron a decir que se estaba ante el nacimiento de una nueva derecha en la región. Se dijo que Macri representaba una nueva derecha, más social, más preocupada por los reclamos y necesidades populares; más liberal, respetuoso de las formas democráticas y alejada de los militares.

En agosto de 2016, es derrocada vía un golpe parlamentario la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Meses antes, en febrero de ese mismo año, el presidente boliviano Evo Morales pierde por escaso margen el referéndum constitucional con el que buscaba reformar la Constitución para reelegirse una vez más.

En este contexto, algunos llegaron a decir que el ciclo progresista en la región había llegado a su fin y que el futuro político le pertenecía a esa nueva derecha. Los escándalos de corrupción en varios países que comprometían a presidentes y políticos progresistas, la prisión ilegal de Lula y, finalmente, el golpe de timón a la derecha que dio Lenín Moreno en Ecuador hacían más sombrío este panorama político. Bolivia y Uruguay, con sus visibles diferencias, eran los únicos gobiernos democráticos de izquierda en la región, si se tiene en cuenta los cuestionamientos al gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, al poco tiempo esta suerte de miniciclo de derecha en la región comenzó a mostrar más de una limitación. El triunfo de Iván Duque en Colombia el 2016 y el de Jair Bolsonaro en Brasil casi dos años después mostraban que la nueva cara de esa derecha no era ni nueva ni liberal, ni social. Su rostro se personificó en una suerte de caricatura política, en Jair Bolsonaro, un militar y presidente más cercano al fascismo que al liberalismo y que representaba el pasado de las dictaduras militares. Por otro lado, Duque se convirtió en poco tiempo en un enemigo de la paz en Colombia. Macri, la estrella de la derecha, comenzaba su caída. Y Lenín Moreno en un remedo de presidente, prisionero de los intereses norteamericanos. El desastre político de esta “nueva derecha” no podía ser más evidente.

A esta rápida decadencia contribuyeron otros dos factores. El primero, fue el abierto y hasta obsceno alineamiento de estos gobiernos (incluyo a PPK y a Vizcarra) con los EEUU. La crisis venezolana y la manera cómo la mayoría de países de la región, en especial los sudamericanos, manejaron esta crisis mostraba de modo transparente que se habían convertido en simples operadores de la diplomacia norteamericana. El llamado Grupo de Lima que fue la expresión diplomática de ello.

El otro factor fue el fracaso, una vez más, del Consenso de Washington. Este breve tiempo lo que ha mostrado de esta “nueva derecha” es que el único programa económico que es capaz de manejar es aquel que les impone el Fondo Monetario Internacional (FMI). La gigantesca crisis en Argentina como también la reciente rebelión popular e indígena en Ecuador contra las medidas fondomonetarista del patético gobierno de Lenín Moreno muestran el rotundo fracaso en el campo económico de esta “nueva derecha” neoliberal.

En este contexto, la epopeya ecuatoriana de estos últimos días bien puede ser expresión de que el ciclo progresista está ahí, que se resiste a morir. Las próximas elecciones este fin de semana en Bolivia, como en Argentina y Uruguay la semana siguiente, bien pueden ser el inicio del fin de este breve “verano” derechista que hemos vivido en la región.

Alberto Adrianzén. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.