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Política

Renuncia de Vizcarra es el peor escenario

“Dos años de un cogobierno entre la expectante Mercedes Aráoz y el ala dura del keikismo serían fatales políticamente hablando para el Perú”.

Juan Carlos Tafur
Juan Carlos Tafur

El peor desenlace posible, entre todos los que se abren por la crisis política causada por la prepotencia keikista y la mediocridad vizcarrista, es aquel que pasa por la renuncia presidencial.

De ocurrir semejante escenario, se le otorgaría un triunfo político, ya ni siquiera al partido fujimorista que casi gana las elecciones el 2016, sino a la facción ultraconservadora que de la mano con Keiko Fujimori han destruido el centrismo de los 90 y lo han convertido en el movimiento antirrepublicano que es hoy día.

Este es, al parecer, el sueño lúbrico del keikismo y de cierta derecha histérica por el affaire Tía María, liderada por algunos gremios empresariales que parecen imbuidos de una psicología millennial, “inocente” respecto de las crisis verdaderas que antaño hemos pasado, o que muestran, ya sin desenfado, un corazón naranja.

No puede olvidarse que lo que está en juego es si se permite o no que una ultraderecha autoritaria, mercantilista y reaccionaria haga de las suyas en el Perú. Un grupo que no ganó el derecho a gobernar porque la mayoría no lo quiso, se zurró en ello y quiso aprovechar sus votos inflados en el Congreso para destruir a Pedro Pablo Kuczynski (sin importarle su docilidad) y ahora quiere hacer lo propio con Vizcarra, a quien quiso tener de monigote y que al no poderlo hacer le declaró también la guerra.

Dos años de un cogobierno entre la expectante Mercedes Aráoz y el ala dura del keikismo serían fatales políticamente hablando para el Perú. No solo por lo espúreo de su eventual origen sino porque claramente no representa ningún sentir mayoritario del país y embalsaría aún más la furia ciudadana respecto del statu quo.

Si Aráoz es presidenta con el apoyo de Fuerza Popular y se allana a la sed de venganza de Keiko Fujimori y de su virulento entorno (aunque no tardaría mucho en darse cuenta de que tendría que volverse un maniquí político o igual le harán la vida a cuadritos), se habrán creado las condiciones perfectas para que el 2021 los peruanos vayan a las urnas con el ánimo de que se larguen todos y que los pilares institucionales que han permitido la mejoría de los últimos 20 años (democracia y orden fiscal y monetario), salten también por los aires.

Ojalá la altisonante distancia tomada por tres congresistas respecto de la bancada de Peruanos por el Kambio (¿en serio les parece a algunos colegas que ello genera una honda soledad política en el presidente o que Vizcarra ha perdido, con su alejamiento, sus cimientos institucionales?) le sirva al presidente para tomarse una breve pausa reflexiva y entender que frente a la ultra de Fuerza Popular y sus allegados, solo cabe la legítima y saludable confrontación. Eso es lo correcto, jamás la rendición.

El camino político más sensato es el adelanto de elecciones. Que se ponga simbólico final a la transición post Fujimori y que el país construya una nueva etapa afianzando lo que de bueno se ha hecho en estas dos últimas décadas, a pesar de la corrupción. Es una salida que, además, racionalmente conviene a todos, salvo a los agoreros del cambio radical, para quienes sería tremendamente fértil que la crisis se prolongue dos años más.

La del estribo: Recomendaciones librescas adicionales: ¿Por qué no hay partidos políticos en el Perú?, de Steven Levitsky en coautoría con Mauricio Zavaleta, y Carta al teniente Shogún, de Lurgio Gavilán. Otrosí: ¡estoy dispuesto a pagar sobrecargo al cine que disponga la requisa temporal de los celulares durante la emisión de las películas!

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