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Política

Maldición eterna

“Maldición eterna a quienes causan sufrimiento de niños, niñas y adolescentes acosados cuando se descubren homosexuales”

Maldición eterna
Maldición eterna

Hace medio siglo, en el bar Stonewall de Nueva York, frecuentado por homosexuales, travestis y algunos jóvenes sin techo, sucedió una revolución. El 28 de junio de 1969, hartos de las redadas e intimidación, los parroquianos respondieron al acoso de la policía; estaban cansados del maltrato y de una injustificada violencia. Según testigos, mientras unos se resistían al arresto y a entregar sus carnets de identidad, otras a los tocamientos de sus partes íntimas. Los curiosos en la calle engrosaron el número de los revoltosos e impidieron que los detenidos subieran a las furgonetas. Al día siguiente, ya eran centenares frente al Stonewall reclamando su derecho a vivir en libertad. Y, con eso, desafiaron su marginación social, la persecución de las Ligas de la Moral y el asilo psiquiátrico. La homosexualidad fue considerada un trastorno mental hasta 1973. Desde la revuelta, en la fecha se celebra en numerosos países el Día del Orgullo Gay. Hoy con varias otras iniciales agregadas (LGTBI).

Centenares de niñas, niños, adolescentes son hostigados diariamente en su escuela por machoncitas o maricones. Lloran en los recovecos de sus aulas, en sus casas, asustadas. Nadie parece entenderlos ni menos defenderlos. El impulso democratizador del Ministerio de Educación, que en 2016 aprobó el enfoque de género en el Currículo Básico, se congeló con la demanda de acción popular interpuesta el 2017 por el colectivo Padres en Acción. Dos años después del proceso judicial que mantuvo en suspenso la aplicación del material educativo, el Poder Judicial declaró improcedente la demanda. Se perdió este tiempo para que en los planteles se aprendiera a respetar al otro diferente, al otro diverso; el llanto de las víctimas no podrá recogerse. Ni recuperarse la vida de un niño de 12 años que en el 2015 se ahorcó en Iquitos: además del bullying que sufría en su colegio, cuando su padrastro supo que era homosexual, le rapó el cabello, un conjuro contra la mariconada. El chico se encerró en su cuarto y se suicidó.

Y en el año 2013, mientras se debatía una ley contra crímenes de odio, y los congresistas evangélicos Lay y Rosas rechazaban la incorporación de la orientación sexual e identidad de género como agravante en estos delitos (ganando la votación gracias a medio centenar de legisladores), en Chachapoyas moría asesinado Joel Molero. Era gay y tenía 19 años. Salía de una discoteca: fue sometido, su garganta cercenada al igual que sus genitales. Le cortaron los dedos de los pies y de las manos y metieron sus despojos en un colchón de paja al que prendieron fuego.

Seis años después, en Saposoa, M.H.M.F., un adolescente homosexual de 17 años, fue asesinado a balazos por su padre, quien no aceptaba un hijo maricón. Luego de asesinarlo, según el video trasmitido por una emisora local, el papá pidió perdón a dios por lo que había hecho. No pidieron perdón los 66 congresistas de Fuerza Popular que votaron por recortar el Decreto Legislativo Nº 1323, promulgado por Kuczynski en enero de 2017, y que sancionaba los delitos de odio motivados por orientación sexual e identidad de género.

Maldición eterna a quienes con sus acciones u omisiones causan sufrimiento de niños, niñas y adolescentes acosados, golpeados y sin respaldo cuando se descubren homosexuales. A los indiferentes, cuando a patadas le rompen las costillas a una travesti y le desfiguran el rostro. A esos legisladores, autores mediatos de los asesinatos y suicidios de los y las mariconas. Maldición eterna.

Maruja Barrig. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.