La extorsión y el crimen no cesan

Un abogado fue asesinado ayer por sicarios dentro de su oficina.

La violencia en las calles crece de forma indetenible. Todos los días se producen crímenes contra transportistas, no importa si conducen mototaxis o vehículos de pasajeros. La situación es similar y debes pagar cupo. No solo las líneas de transporte, sino también del humilde chofer que sale a cubrir su jornada de trabajo. De lo contrario, recibirás un balazo. Esta es la lección que quieren dejar instalada los extorsionadores y los sicarios, y lo están logrando.

Ante la inacción de las autoridades que solo la ven pasar, también están las medidas ineficientes como el estado de emergencia, que no corrige nada porque los crímenes se multiplican, como bien lo señalan las estadísticas de la PNP, las cuales consideran un incremento del 34% de los asesinatos, si se compara el 2023 con el 2024.

Pero el gremio de transporte no es el único blanco de los extorsionadores y sicarios. También son víctimas quienes son propietarios de tiendas y bodegas o de cualquier negocio perteneciente a la micro y pequeña empresa, que no tiene el capital suficiente para pagar por seguridad privada. La gran empresa ya reconoce que cuenta con un rubro especial en su presupuesto para blindarse de la inseguridad permanente. Otros no tienen tanta suerte.

El crimen se extiende como mancha de aceite. Ayer, un abogado fue acribillado por un sicario, quien se hizo pasar por mensajero con una carta urgente. En vez de eso, hizo cinco disparos contra el letrado. Según los vecinos, no es la primera vez que ocurre algo así en esa oficina legal. En setiembre del año pasado, ya le habían puesto un artefacto explosivo. Es decir, había sido amenazado y no tuvo ni respaldo ni protección.

Este abandono se repite una y otra vez entre las víctimas de los ataques extorsivos. Primero, fueron cartas o llamadas. Luego, ya aparecen la moto y los tiros certeros. ¿Podría haberse evitado? Posiblemente, si se tomara en cuenta la primera señal de peligro.

Las cifras son claras. La dinámica que ha impuesto el crimen organizado no ha cedido un milímetro y por el contrario ha empeorado. Mientras el régimen se empeña en desmantelar las pocas oficinas policiales que tenían éxito y en generar los mayores beneficios para quienes cometen delitos, la ciudadanía está cada vez más expuesta a la cotidianidad de la violencia, que asciende en espiral.