Democracia militante, por Diego Pomareda

Esta restricción tiene una premisa fundamental: si la democracia como sistema busca subsistir no puede dar las herramientas para ser destruida. 

El partido A.N.T.A.U.R.O por el momento está fuera de la carrera política por una decisión judicial. A raíz de esto surge una paradoja democrática ¿un sistema que defiende la pluralidad política puede proscribir un partido por sus ideas? ¿esto ha ocurrido en el Perú o en el mundo? ¿no es acaso el electorado quien debe definir quien lo gobierna?

A nivel comparado la legislación de países como Alemania, Francia, Grecia, Italia, Austria, Hungría, Polonia e Israel no han sido neutrales sobre la materia al prohibir partidos políticos antidemocráticos. De igual forma, partidos nazis y comunistas candidatos radicales, partidos proterroristas e islamistas han sido impedidos de postular por tribunales nacionales o internacionales.

Esta restricción tiene una premisa fundamental: si la democracia como sistema busca subsistir no puede dar las herramientas para ser destruida. La doctrina de la democracia militante se basa justamente en que la libertad política no puede ser usada en su contra y que el pluralismo se ejerce solo dentro de un marco democrático defensivo y no suicida.

Si bien comparto esta posición, esta arma que protege a la democracia puede ser de doble filo ya que se puede usar tanto para su defensa como para un harakiri. El problema de fondo es ¿qué entendemos como “prácticas antidemocráticas”? Esta subjetividad abre un peligroso campo para destruir a la democracia desde adentro, permitiendo que pueda eliminar al adversario político.

Para evitar la caída en dominó de los partidos considero que el umbral debe ser la violencia. Es decir, para evitar esta pendiente resbaladiza, el  criterio indispensable que debe primar es que ningún partido que enarbole la violencia como forma de gobierno o que haya estado vinculado a este camino pueda postular a las elecciones.  

Lo dicho supone una evaluación global que incluye: el contexto histórico; la existencia, en el presente o en el pasado, de actos violentos que representen una amenaza cierta e inminente para la sociedad; y, la revisión de los programas y declaraciones de los líderes o candidatos (lo que supone no solo limitarse a lo que dice el papel).

Por tanto, para los que creemos en una democracia militante así sea un Partido Socialista Imperial alemán, un Movimiento de Amnistía peruano, un partido fascista italiano, una lista socialista israelí, un partido comunista turco o un partido llamado A.N.T.A.U.R.O que promueva fusilamientos, guetos, exterminio y violencia política debe estar prohibido para defender a la sociedad y no tentar a la ciudadanía de apostar por los cantos de las sirenas totalitarios.