México y su primera presidenta

Es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres, dijo la flamante presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien toma la posta del saliente mandatario Andrés Manuel López Obrador. La presidenta con A, como ha reclamado en su discurso de orden, en el que sustentó la razón de este pedido: lo que no se nombra no existe. Bomberas, ingenieras, científicas, etc., que por derecho propio se incorporan al país de la igualdad y la equidad, según lo ofrecido por la primera mujer en llegar a la presidencia del gigante latinoamericano.

Se trata de un liderazgo asentado en la lucha estudiantil y luego en una larga historia de activismo político que iba ejerciéndose durante la etapa de formación académica que la hizo abrazar la física y las ciencias exactas. Feminista de izquierda y una reconocida científica, Claudia Sheinbaum fue reclutada por el presidente López Obrador para que ejerza la función pública en puestos claves vinculados a la gestión de la Ciudad de México y a la protección del medio ambiente.

Una larga data de luchadora social la precede. Llega a la máxima posición en su país como la constructora del segundo piso de la transformación promovida por el expresidente López Obrador y como su sucesora y heredera de su legado de Gobierno.

Durante la larga alocución de la mandataria n° 66 de los Estados Unidos Mexicanos, ella estableció los pilares de lo que constituirá su período presidencial. Uno de ellos será la libertad y la democracia plenas. Entre sus compromisos citó la libertad de expresión y la vigencia de todos los derechos civiles que constituyen las bases de la democracia.

En un país en el que han perdido la vida tantos periodistas, 167 asesinados desde el 2000, es una esperanza que la presidenta Sheinbaum se comprometa a proteger la libertad de prensa y de opinión en un contexto tan peligroso por la corrupción local y la penetración del narcotráfico. “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y a partir de hoy, presidenta”.