En épocas de retrocesos democráticos en Latinoamérica, Uruguay, líder regional en la mayoría de indicadores de democracia, estabilidad política y desarrollo humano, elegirá a sus candidatos presidenciales este domingo en un proceso de elecciones internas abiertas y voluntarias. Alrededor de 1 millón de uruguayos acudirá a las urnas para definir a los contendores que el 27 de octubre competirán para reemplazar a Luis Lacalle Pou, actual presidente impedido constitucionalmente para capitalizar su 50% de aprobación para intentar reelegirse, con la aspiración de cambiar o mantener el rumbo de la pequeña república oriental.
Son 18 partidos los que participarán en el proceso del domingo 30 de junio. Sin embargo, son tres grandes partidos que dominan la política uruguaya y concentrarán más del 80% de los votos de las primarias: El Frente Amplio, en la izquierda, y el Partido Nacional y el Partido Colorado, partidos tradicionales de derecha que, junto a partidos menores, forman “la coalición”.
Las encuestas recientes vaticinan un cómodo primer lugar para el Frente Amplio, la estable coalición-partido de izquierda que, para envidia de la fragmentaria izquierda peruana, ha logrado mantenerse unido desde 1971, ser gobierno ininterrumpidamente entre 2004 y 2019, y aglutinar entre sus filas 35 partidos o sectores que abarcan desde el Partido Demócrata Cristiano hasta el Partido Comunista. Tras una apretada derrota en 2019 que en Perú hubiera motivado a las más infundadas acusaciones de fraude, el Frente Amplio se posiciona como favorito para retornar al gobierno, contando con una intención de voto entre 44% y 48% si las elecciones de octubre fueran mañana. Quizás es por esa confianza en su retorno al poder que el Frente verá las primarias más ajustadas de su historia.
Hay dos frenteamplistas con posibilidades de victoria. Por un lado, Yamandú Orsi, ex intendente del Departamento de Canelones, y por otro, Carolina Cosse, actual intendenta de Montevideo. Orsi, quien lidera las encuestas de las primarias con una ventaja de entre 16 y 20 puntos, es parte del Movimiento de Participación Popular, sector liderado por el popular expresidente José Mujica y principal partido dentro del frente. Con un estilo de oratoria sencillo y popular que recuerda al de Mujica, pero fuertemente marcado por su formación como profesor de historia, la campaña de Orsi es apoyada por la mayoría de los sectores del Frente y busca capitalizar sus diez años de exitosa gestión en Canelones, su capacidad de diálogo con opositores, y su percibida capacidad de derrotar al oficialismo en la elección general. No obstante, Carolina Cosse, experimentada política otrora cercana a Mujica, busca aprovechar el apoyo del Partido Comunista y el Partido Socialista, segundo y tercer sector más robusto del Frente, pero con la militancia más disciplinada y confiable, para dar la sorpresa. Con un estilo más confrontacional e ideologizado que Orsi, Cosse es percibida como la opción más radical, capaz de movilizar las bases del Frente, pero con posibles dificultades para ganar la elección general, crítica recogida por pesos pesados del partido como Mujica y su esposa, la ex vicepresidenta Lucía Topolansky. Para contrarrestar las críticas, Cosse desestima su radicalismo como un inconveniente, ha desarrollado propuestas específicas a partir del plan de gobierno unificado del Frente Amplio, y apela a la necesidad de Uruguay elija a su primera mujer presidenta. Aunque los 20 puntos que separan a los candidatos en las encuestas insinuarían una elección definida, el voto voluntario pone la cuota de incertidumbre. Existe un consenso en que, a menor participación, las posibilidades de Cosse de dar vuelta a la elección aumentan, pues el frío proyectado para este domingo no impedirá a los disciplinados militantes comunistas y socialistas ir a votar, mientras que el triunfalismo de los simpatizantes de Orsi podría jugarle en contra.
En la vereda del frente, el principal partido de la coalición y contendor al Frente Amplio para ganar la presidencia es el Partido Nacional, actual partido de gobierno, y que, según las encuestas, es preferido por 30% de la población. La imposibilidad de candidatear de Lacalle, líder indiscutible del partido, planteó la necesidad de la renovación de cuadros para esta elección. De las nuevas caras, el gran favorito para ganar la interna es Álvaro Delgado, amigo cercano y compañero de sector de Lacalle y ex secretario de su presidencia durante la pandemia, que lo llevó a posicionarse como una cara familiar a nivel nacional. A pesar de la pretendida neutralidad presidencial en las primarias de su partido, la cercanía de Lacalle con Delgado se ha traducido en una interna con un desenlace seguro a favor de este último, estando entre 40 y 50 puntos porcentuales por encima de su más cercana competidora, la ex candidata a intendenta de Montevideo, Laura Raffo. La ausencia de una interna competitiva ha permitido que la campaña de Delgado se enfoque en una estrategia pensada de cara a las presidenciales de octubre, concentrándose en asumir como propios los logros del gobierno de Lacalle, prometer un “segundo piso de transformaciones”, deslindar de los escándalos de corrupción de su partido, y confrontar directamente con el Frente Amplio.
Finalmente, un histórico pero disminuido Partido Colorado, otrora partido hegemónico, cuenta con una primaria competitiva, pero cuyo ganador tendrá pocas probabilidades de convertirse en el próximo presidente. Inmersos en una crisis de renovación de cuadros desde el 2004, los colorados vienen reducidos a socio minoritario de la coalición liderada por sus otrora rivales del Partido Nacional. Y en la pugna por revitalizar al partido, la predominancia de alguna de sus distintas vertientes tradicionales se ha hecho difusa. Es así que Andrés Ojeda, abogado de 40 años sin experiencia en cargos públicos, pero con presencia mediática y líder en las encuestas, representa una línea pragmática, mientras que sus más cercanos contendores, todos en empate técnico en el segundo lugar, representan vertientes de tinte socialdemócrata (el ex candidato a vicepresidente Robert Silva y el exsenador y exministro Tabaré Viera) o liberal (el exministro Gabriel Gurméndez). No obstante, todos los candidatos se reivindican herederos del clásico Batllismo colorado, y resaltan sus pasados apoyando a los líderes recientes del partido, por lo que la distinción ideológica entre ellos se hace difusa. Al contar con apenas 8% de la intención de voto, las estimaciones del resultado de la interna se hacen inciertas. Según analistas uruguayos, el liderazgo de 45% de Ojeda sobre el 21% de Silva, el 16% de Viera y el 13% de Gurméndez podría cambiar radicalmente en función de las capacidades organizativas de cada campaña el día de la elección, dependiendo, al igual que en la primaria del Frente Amplio, de cuántas personas vayan a votar.
La jornada del domingo marcará el fin de las divisiones internas (al menos de las evidentes) y dará pie a un rápido proceso de unificación partidaria tras los candidatos ganadores. Este proceso, percibido como normal para los uruguayos y que dará pie al inicio de una polarizada, pero aun así civilizada campaña de acuerdo a los estándares peruanos, da un claro ejemplo de que en pleno siglo XXI aún es posible una democracia estable con partidos sólidos. Ojalá algún día podamos experimentarlo en Perú.
Estudiante de la Maestría en Políticas Públicas en Asuntos Globales en la Universidad de Yale (EEUU) | Magíster en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Católica del Perú