Ha cambiado mucho el mundo desde que en una protesta las trabajadoras textiles en Nueva York se lanzaron a las calles en una marcha conocida como ‘Pan y Rosas’, y también era el mes de marzo de 1908, en el que un terrible incendio en una fábrica acabó con la vida de 123 mujeres que reclamaban salarios justos. Fue la ONU la que instituyó como fecha universal el 8M, en la cual se revisan estos cambios y se plantean los retos del futuro para una población que constituye un poco más del 50% del planeta.
Ya las mujeres no tienen impedimentos para el voto y su participación en la vida económica ha ido en aumento. En recientes estudios se establece que son 2 millones de mujeres las que forman parte de la PEA peruana y contribuyen de manera decidida en la actividad productiva.
Las universidades han abierto sus puertas a las mujeres que se incorporan a todas las profesiones y rápidamente se van equiparando a los varones, en conocimiento y habilidades.
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No obstante, la lucha contra los techos de cristal y la igualdad de los salarios por las mismas responsabilidades no cesa. Se trata de una brecha salarial que no se ha podido aún cerrar, pese a la justeza de su causa.
La paridad en cargos públicos, la representación paritaria en elecciones parlamentarias y otras propuestas que permitan la ansiada igualdad entre hombres y mujeres son todavía temas pendientes en la agenda, que se arrastran sin que exista la iniciativa política que pueda transformarlas en realidad.
Por lo pronto, la lucha de las mujeres y de los hombres por un futuro de mayor justicia social en el Perú prosigue con la fuerza que concede la razón. Feliz 8M.
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