Habiendo pasado la pandemia del Covid-19, que enmarcada en una alta inflación se originó una contracción de la actividad económica a escala mundial, -11,2% en el Perú, lo que implicó reducciones sucesivas de las tasas de interés por los bancos centrales, abaratar el crédito y promover la recuperación económica, el hecho es que la recuperación del gasto fue más rápida que la recuperación de la oferta, lo que generó severas presiones inflacionarias, por ello los bancos centrales empiezan a elevar las tasas de interés, con mucha asincronía, constituyéndose un nuevo reto a enfrentar por economías emergentes como la nuestra.
La evolución de las tasas de interés mundiales muestra mucha volatilidad, sobre todo para los bonos públicos a largo plazo. Opuestamente, en las economías de mercados emergentes, las variaciones han sido de menor magnitud promedial a más largo plazo para demostrar que la sensibilidad media de los rendimientos de los bonos soberanos a 10 años de los mercados emergentes se redujo en 2/3 frente a las tasas de interés de Estados Unidos.
La menor sensibilidad respondería en parte por diferencias entre la política monetaria de los bancos centrales de las economías avanzadas y los mercados emergentes durante los últimos años. Los mercados emergentes han estado con más coberturas por la volatilidad de las tasas de interés mundiales.
La resiliencia de mercados emergentes se evidencia en distintas variables con variaciones moderadas: tasas de cambio estables, precios de acciones y diferenciales de los bonos soberanos. Ello explicaría que por ahora los inversionistas extranjeros no presentan grandes salidas de capitales en los mercados de bonos, comparando con contextos anteriores de mayor volatilidad de las tasas de interés mundiales, incluido el caso reciente del 2022.
Muchos mercados emergentes han pasado años buscando optimizar las políticas para moderar las presiones externas y desarrollaron procesos de acumulación de reserva de divisas a lo largo de las últimas décadas. Adicionalmente, muchos países han customizado sus regímenes cambiarios procurando regímenes cambiarios más flexibles para enfrentar la inflación y la estabilidad de las finanzas públicas.
Pospandemia, muchos de estos bancos centrales en países emergentes aumentaron las tasas de interés, antes que los bancos centrales de las economías avanzadas —existiendo una suerte de interdependencia estratégica—. Es revelador que en promedio los mercados emergentes añadieron 780 puntos básicos a las tasas de política monetaria (llamada tasa de referencia) en comparación con el aumento de 400 puntos realizado por las economías avanzadas. Estos mayores diferenciales de tasas de interés en los mercados emergentes que aplicaron subidas sustantivas de las tasas fueron funcionales a la acumulación de reservas fundamentales, para enfrentar exógenas y adversas variables externas.
Cabe señalar, esta deliberada política de acumulación de reservas no es reciente, data desde el 2002 cuando estábamos en el Directorio del BCRP, bajo la lógica de que más reservas le daba una posibilidad de intervención del BCRP en el mercado cambiario en un régimen de flotación intervenida. Por otro lado, los mercados emergentes deberían seguir cimentando la credibilidad ganada en sus políticas y permanecer vigilantes. Al enfrentarse a una alta volatilidad de las tasas de interés mundiales, sus bancos centrales deberían mantener sus compromisos de establecer metas para la inflación y seguir dependiendo de los datos a la hora de fijar los objetivos.
Mantener la política monetaria dirigida solo en la estabilidad de precios (como el caso del BCRP) implica utilizar herramientas macroeconómicas para sobrellevar las presiones externas, como las del FMI como referentes sobre el uso de medidas de intervención cambiaria y macroprudenciales.
i) Restricciones cuantitativas en las economías avanzadas reducen la liquidez de los mercados financieros, y podrían originar desordenadas salidas de capital de los mercados emergentes.
ii) Diferenciales de las tasas de interés se están reduciendo, al prever los inversionistas que algunos mercados emergentes bajarán las tasas más rápidamente que las economías avanzadas, lo que eventualmente podría llevar al inversionista a vender activos de mercados emergentes y direccionar la liquidez hacia las economías avanzadas.
iii) La ralentización económica en los mercados emergentes no se origina solo vía canales comerciales tradicionales, sino también en los canales financieros; a nivel mundial, más prestatarios no pueden hacer frente a los pagos de sus créditos, con lo que a su vez se debilita la cartera de los bancos. Pérdidas por préstamos incobrables en los mercados emergentes son más sensibles a un ralentizado crecimiento económico.
iv) Para los mercados emergentes resultan peligrosas las proyecciones de mercado, asumiendo que los bancos centrales de las economías avanzadas bajarán inexorablemente las tasas este año.
v) Países con mercados financieros pequeños como el nuestro, pero con potencial para la inversión y los países de ingreso bajo, se enfrentan a desafíos mayores, siendo el principal de todos estos, y los altos costos de endeudamiento siguen siendo lo suficientemente altos como para, a efectos prácticos, impedir que estas economías crezcan.
Dado lo anterior, ¿el BCRP y el MEF ya desarrollan planes de acción respecto al cómo enfrentar los retos por venir? Pero hay una precondición: para formular y aplicar política pública, se requiere reducir el enfrentamiento entre los poderes Ejecutivo y el Legislativo, y con una institucionalidad que funcione adecuadamente en una suerte de acuerdo político con objetivos claramente definidos y plausibles, pero esto ya será visto en una próxima columna.
Exministro de Economía. Doctor en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Ramón Llull-Esade, España, Magíster en Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, exbecario Escola de Posgraduacao Economía de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Economista de la UNMSM, Perú. Investigador Concytec-Renacyt.