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Si no hay solución, la crisis continúa...

“Lo que se viene no se solucionará solo formando un gabinete, sino con una agenda común con los diversos actores de la sociedad que hoy no se reconocen como parte de un todo”.

El 7 de diciembre de 2022 fue uno de los días más intensos en términos de inestabilidad política de los últimos años. Apenas Pedro Castillo anunció el cierre del Congreso, diversas organizaciones sociales y gremiales no dudaron en publicar un comunicado rechazando el acto y apelando a un respeto a la institucionalidad democrática. Horas después, estas mismas organizaciones celebraban la vacancia presidencial.

Si bien la permanencia de Pedro Castillo en el poder implicaba un costo muy alto para las instituciones, lo cierto es que su vacancia tampoco es una solución a la crisis, en tanto, como en más de una ocasión he mencionado, Castillo es síntoma y no causa de lo que vivimos.

Así, si bien muchos ciudadanos (limeños) amanecieron cantando el himno de la alegría de Beethoven, el descontento, o mejor dicho, desconcierto popular al interior del país iba creciendo. A algunos nos puede desconcertar que existan personas que sean capaces de avalar un autogolpe de Estado o que creen historias de conspiración para negarlo. Sin embargo, dentro de ese grupo aún hay personas a las que les cuesta reconocer que no hubo fraude electoral.

Esas formas tan cómodas de reconocer y avalar a las instituciones según nuestra conveniencia y de no dudar en tirarlas abajo si es que lo que vemos ante nuestros ojos no nos gusta, lo que nos dice es que más que una crisis política, estamos viviendo una crisis social, una crisis de valores cívicos y ciudadanos, lo cual hace que podemos seguir cerrando congresos, vacando presidentes y adelantando elecciones ad infinitum sin tener una agenda clara de estabilidad.

En una sociedad en donde vemos a estos shocks institucionales como la “nueva normalidad”, en donde vemos a colaboradores eficaces como héroes, a empresarios corruptos que se victimizan diciendo haber sido extorsionados en vez de tener vergüenza de haberse dejado corromper ni de ser conscientes de que la corrupción es un baile de a dos, en donde danzan tanto actores públicos como privados, juntitos, cachete con cachete, ni convocar a nuevas elecciones ni la permanencia de Dina Boluarte con el mejor gabinete posible serán suficientes por sí solos para solucionar la crisis. Ya en otra columna he mencionado que los peruanos somos expertos superando nuestros propios récords de tocar fondo.

Ante todo esto, mientras las convocatorias a marchas continúen creciendo, no se trata de preguntarnos si tenemos la suficiente espalda económica para sobrellevar las protestas que vienen emergiendo, sino si hay o no la suficiente espalda democrática para gestionarlas. Estas protestas pueden verse como un síntoma más a la crisis que podría ser permanente, pero también pueden ser vistas como una oportunidad para sembrar los valores democráticos que necesitamos todos. El reto ahora en Dina Boluarte y su gabinete no está solo en dejar contento al Congreso, sino que debe mostrar la suficiente apertura democrática para promover el diálogo y poner a todos los actores en un solo espacio a encontrar puntos en común y construir una agenda de políticas públicas que necesitamos encaminar para que el Estado empiece a funcionar en su rol y le devuelva la confianza a la ciudadanía. Si bien es importante tener suficiente muñeca política para manejar esta situación, la solución de fondo está en la capacidad de un cuerpo técnico concentrado en implementar soluciones a los problemas públicos que más le preocupan a la gente.

Nos encontramos en un contexto de inflación de alimentos y de transporte, de sequía en las regiones y de falta de fertilizantes. Lo que se viene no se solucionará solo formando un gabinete, sino con una agenda común con los diversos actores de la sociedad que hoy no se reconocen como parte de un todo ni reconocen a la esfera pública como el espacio que todos debemos cuidar. Es esta fragmentación y polarización con la que debemos acabar y, para ello, como digo líneas arriba, el diálogo no solo es importante, sino también es la salida.

Es momento de dejar a un costado esa narrativa romántica de que somos resilientes y que mientras las instituciones económicas funcionen, todo estará bien, porque lo que tenemos hoy, es un Pareto inferior, en donde el país no está dando todo su potencial. Que estas protestas que emergen sean la excusa para trabajar el diálogo y promover una acción colectiva con el objetivo de (re)construir nuestra República de todos y todas.

Dina Boluarte

Dina Boluarte

Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.