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La crisis se agrava: ¡qué buena noticia!

Pero las cosas aún se pondrán peor antes de ponerse mejor.

La grave crisis política iniciada hace más de un lustro, que se ha agravado mucho en la presidencia de Pedro Castillo, acelera su rumbo de colisión, un escenario que, en el fondo, sería una muy buena noticia pues, a veces, como ahora, es mejor que todo se defina de una vez, aunque el final sea turbulento.

Esto es cierto cuando el problema se arrastra por mucho tiempo, replicándose las taras que lo caracterizan, sin que se vislumbre una solución ordenada que evite el aterrizaje abrupto.

“En el Perú hay dos tipos de problemas: los que se resuelven solos y los que no se resuelven nunca”, decía el presidente Manuel Prado Ugarteche, frase que podría aplicarse a la crisis actual.

Esto no se está resolviendo solo, sino agravando por el esfuerzo sostenido de un Gobierno como el del presidente Castillo y un Congreso de sabe Dios quién, que son igual de mediocres y corruptos, que solo crean problemas y que, cuando aparece luz al final del túnel, se ponen a construir más túnel.

La OEA envió una misión para hacer un diagnóstico que identifique salidas a la crisis mediante un diálogo entre los actores políticos principales a través de la instalación de unas mesas para ese fin.

Un propósito bien intencionado, pero quizá ingenuo en una sociedad donde el diálogo se ha roto pues nadie quiere dialogar: el parlamento es un ring de box, el gobierno una máquina de golpes, del acuerdo nacional ya nadie se acuerda, y los Consejos de Estado se convocan, pero los actores centrales no acuden y le tiran arroz.

Pensando en el Mundial, tenemos en el Perú dos equipos, Gobierno y oposición, donde uno quiere disolver el Congreso y el otro vacar al presidente si es necesario para que no lo cierren, con tres posibles resultados propios del fútbol: ganar, perder o empatar. Este último sería el peor escenario, pues implicaría que se queden todos.

Dicen algunos que a veces es mejor un final de horror que un horror sin final, y eso puede aplicarse a un momento como el actual en el que el Perú se agrava sin que se observen caminos de solución. Lo que implica que las cosas se pondrán peor antes de estar mejor, pero no se debe dudar de que el Perú tiene un futuro optimista y estimulante. Nunca es más oscuro que cuando ya va a amanecer. ¡Inshallah!

La República

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