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EBA: educación y desarrollo, por P. Ernesto Cavassa

“No se trata de que los adultos vengan a la escuela (como en las antiguas ‘nocturnas’) sino de llevar la EBA allí donde las personas se encuentran...”.

Por: P. Ernesto Cavassa, S.J. (*)

¿Puede un país aspirar al desarrollo integral y a la ciudadanía plena de sus habitantes si es que una cuarta parte de ellos no ha llegado a concluir su educación básica?

Es la pregunta que orientó el IV Seminario de Fe y Alegría realizado en Lima entre el 16 y el 18 de este mes. Las cifras son abrumadoras: uno (o una) de cada cuatro compatriotas no posee el certificado que le permitirá ingresar al mundo laboral en condiciones de mínima equidad. Hablamos de un conjunto poblacional que se encuentra entre 8 y 9 millones de personas. Tres y medio de ellas no concluyeron la primaria, mayormente mujeres en la sierra y en la Amazonía. Otros cuatro millones tuvieron que abandonar el sistema educativo en algún grado de secundaria, por diferentes razones, mayormente de tipo económico. Con estas estadísticas, ¿es posible imaginar el ingreso del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el club de las prácticas exitosas?

El Seminario reunió a funcionarios de los ministerios de Educación y de Trabajo, autoridades de DRE y UGEL, directores de Centros de Educación Básica Alternativa (CEBA) y responsables de una serie de experiencias de EBA en instituciones tan diversas como el INPE y las empresas agroindustriales. El punto en común es la apuesta “por una EBA flexible y pertinente” –de acuerdo al lema del Seminario– como una herramienta para encarar este gran drama social ausente hoy de la agenda del Estado y de la sociedad.

¿Por qué flexible? Porque los grupos poblacionales que son atendidos por los 850 CEBAs existentes en el país son muy diferentes: madres adolescentes, madres solteras, adultos mayores, migrantes internos o extranjeros, padres y madres organizados en ollas comunes, internos privados de libertad, adolescentes en centros juveniles, estudiantes que dejaron la secundaria en la periferia urbana o en el campo. La diversidad de situaciones en las que se encuentra la población beneficiaria obliga a desarrollar estrategias educativas que, partiendo de sus propios contextos situacionales, permitan aprendizajes relevantes y atractivos. Deben concluir no solo con la obtención de la esperada certificación sino con el gusto de seguir aprendiendo y logrando metas mayores.

¿Por qué pertinente? Porque muchas veces la gestión institucional de los CEBAs no toma en cuenta las características de la población adulta, ya inserta en actividades laborales que le permitan el sostenimiento familiar. No se trata de que los adultos vengan a la escuela (como en las antiguas “nocturnas”) sino de llevar la EBA allí donde las personas se encuentran, de modo que la situación laboral sea un acicate más a su deseo de estudiar. Por ello, como resultado del Seminario se propone una mayor articulación entre la EBA y la educación técnico productiva (CETPRO e IESTP) aprovechando el marco normativo que permite la transitabilidad de la básica a la superior tecnológica. Actualmente solo 3 CEBAs están articulados a CETPROs a nivel nacional.

A pesar de los esfuerzos realizados, la EBA solo cubre una pequeña parte de la población objetivo. El año pasado atendió a 209,198 personas. Esta cifra significa menos del 3% de la población con necesidades educativas básicas.

Estamos, pues, en lo mínimo. ¿Qué hacer entonces? Visibilizar el problema y tomar conciencia del impacto negativo en el desarrollo del país y de las personas, vulneradas en su derecho básico a la educación; introducirlo en la agenda del Estado, de las empresas y del conjunto de la sociedad; mapear dónde se encuentra la población más desatendida en alianza con los municipios y las UGEL y lograr el apoyo financiero público y privado que permita ir cerrando esta brecha socio-educativa en el menor tiempo posible.

El momento de empezar es hoy.

(*) Director general Fe y Alegría Perú

La República

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