¿Los votantes se autoeducan?

“Después de todo es el electorado con sus preferencias el que produjo la crisis en que ahora estamos. Casi podría decirse que escogió a los peores de todos los bandos”.

La idea de que ya hay dos aspirantes a las próximas elecciones presidenciales dando vueltas adelantadas por el país invita a lanzar una mirada seria sobre el electorado. Después de todo es el electorado con sus preferencias el que produjo la crisis en que ahora estamos. Casi podría decirse que escogió a los peores de todos los bandos.

Lo que tenemos hoy en la presidencia es a alguien que convocó a una porción inmensa de los votantes, y que ahora es rechazado por otra porción inmensa (aunque menor) de la población. Quienes votaron y luego se desengañaron, dejándonos tamaño bultito, siempre van a decir que nadie es adivino, tampoco en la política.

En una reciente entrevista Rolando Arellano, especialista en marketing, sugiere que la solución está en un aplicado raciocinio del votante; es decir que existe un problema de irracionalidad. Entonces tienta comparar la cosa electoral con el deporte, o incluso con un sistema de apuestas como la hípica.

¿Qué va a pasar con el electorado en los próximos cuatro años? Varias hipótesis. Hay aprendizaje, y la masa aparentemente amorfa que produjo la crisis desde, digamos, el 2016, va a encontrar su mejor forma política y elegirá la mejor opción disponible. O no hay aprendizaje, y el ciclo de la mersa electoral se vuelve a repetir.

Los dos aspirantes madrugadores (Martín Vizcarra y Antauro Humala) probablemente se ven a sí mismos con posibilidades. Es temprano para entrar a ese tema. Sobre todo porque ellos no son los únicos. Simplemente son los más notorios. Sus problemas con la ley les han venido aportando un cierto caudal de publicidad gratis.

Otra hipótesis es que la patética performance de Pedro Castillo y su gente terminará por volcar a una mayoría de los electores hacia la derecha. Pero allí está el punto de Arellano. Alguna vez Alberto Vergara escribió que el electorado peruano sí era capaz de racionalidad. Tenía razón, pero su ejemplo era Alberto Fujimori.

¿Diría Vergara lo mismo para el 2021? Se tendría que equiparar anti-fujimorismo con racionalidad, un encargo delicado. Por lo menos el amplio y fortísimo desencanto con Castillo es un paso adelante, racional por definición. Pero todavía no tenemos la menor idea de hacia dónde va eso.

La República

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