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Temporada de renuncias, por Mirko Lauer

“Debemos esperar más renuncias entre los embajadores, sobre todo aquellos que no desean ser malamente despedidos por el nuevo titular. Pero si se esperan un poco, Rodríguez Mackay puede ser intempestivamente despedido”.

Las dos renuncias truchas en el entorno presidencial revelan lo inestables que son las relaciones en torno de Pedro Castillo. Que Aníbal Torres se despida con una sentida carta y luego vuelva a agarrar viaje en un par de días sugiere que hay algo que no se nos ha dicho. ¿Una pataleta calmada? ¿Un error perdonado?

Algo parecido sucede con la fugaz renuncia del abogado de la familia Castillo. Aquí no fueron un par de días, sino más bien horas. Cuando ya había otro abogado declarando, Benji Espinoza volvió a la palestra, con la fe en sus clientes sumamente fortalecida, nos dice. En este caso la cosa parece un ajuste en los honorarios profesionales.

Nunca un dirigente sindical había realizado tantos despidos. Quizás PCM-man y abogado fueron rescatados de su renuncia porque Castillo hubiera preferido largarlos él mismo. Así le ha sucedido a casi todos los que han tenido la gentileza de trabajar para él. Foratas intempestivas que no se hubieran sostenido en el Ministerio de Trabajo.

Ahora de vuelta en la PCM, Torres ha retomado su trabajo, que es defender a Castillo con ideas más bien somnolientas. Es decir sus mismos ataques a la justicia y a los medios, que no le caían mal cuando no cobraba en el Ejecutivo.

Ahora falta saber cómo en el caso de Espinoza la defensa se mostrará influida por la renuncia.

Más serias que esas dos sacha renuncias de Torres y Espinoza son las de Manuel Rodríguez Cuadros y Harold Forsyth, dos prestigiosos diplomáticos profesionales nombrados respectivamente ante la ONU y la OEA. Por Castillo. En este caso las cosas son más claras, y es muy poco probable que las dimisiones sean revertidas.

Estos dos desistimientos se han producido sobre todo en protesta por el insólito nombramiento de Miguel Rodríguez Mackay como canciller. El nuevo ministro ya ha dado muestras de su estilo al lanzarse contra el Congreso por haber impedido el viaje presidencial a Bogotá. ¡Eso es lo que le gusta a Palacio!

Debemos esperar más renuncias entre los embajadores, sobre todo aquellos que no desean ser malamente despedidos por el nuevo titular. Pero si se esperan un poco, Rodríguez Mackay puede ser intempestivamente despedido. Porque así es nuestro Pedro, sindicalista un día, rondero el otro.

La República

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