El ejemplo de la marcha del orgullo

La multitudinaria, festiva y democrática marcha del orgullo 2022 es una bocanada de esperanza no solo para los integrantes de los grupos LGTBIQ+. Lo es para todos los que nos aferramos a una salida democrática de esta horrenda crisis que estamos padeciendo.

Mientras el Congreso se dedica a acelerar el retroceso de la sociedad peruana –la última atrocidad ha sido la iniciativa de Rosangella Barbarán contra el aborto terapéutico, aprobada por la Comisión de la Mujer y la Familia del Congreso–, la calle manifiesta con entusiasmo su apoyo a los derechos de minorías marginadas y maltratadas.

Sería importante que los conocedores de los entretelones políticos analicen las razones de este éxito rotundo. Patricia Zárate, jefa de estudios de opinión del IEP, tiene claros los motivos por los cuales, pese a que las encuestas son lapidarias con el presidente Pedro Castillo y el Congreso, no encontramos salidas. En una palabra: la desilusión.

Todos los cambios intentados en los últimos años: disolución del Congreso y elecciones congresales; renuncia y vacancia presidencial, no han hecho que la situación de los más necesitados mejore.

El último manotazo de ahogado fue la elección de Pedro Castillo. No fue tan solo impedir que la mafia que controla el partido fujimorista retorne al poder. Considerables sectores en situación de pobreza, en particular en el centro y sur del país, se sintieron representados por este maestro chotano.

Puede que lo que a algunos nos choca –su pésimo manejo del castellano, su insondable ignorancia y, para mí lo más inquietante, su incapacidad de articular ideas, como lo demuestra la declaración de que los peruanos sabemos qué hacer ante la guerra de Rusia contra Ucrania: vacunarnos (¡)–, no interese a quienes están empeñados en su propio combate diario por la supervivencia.

Lo que a las personas desesperadas por el alza de los alimentos, el combustible y la falta de fertilizantes probablemente aterra, es ver que en vez de solucionar sus problemas más urgentes, tanto el Ejecutivo como el Legislativo están enfrascados en un sistema de corrupción cada día más grotesco.

Los camiones deben estar bloqueando las carreteras mientras usted lee estas líneas. Los maestros anuncian su propia huelga y manifestaciones. El caos se cierne sobre nosotros y es evidente que los poderes del Estado están preocupados en aprovechar el desgobierno para depredarlo, antes de que sea tarde (para ellos). Por eso es urgente extraer lecciones del triunfo del orgullo y aplicarlas ya.