Razones para el pesimismo hoy en el Perú

La cancelación de la Asamblea Constituyente (AC) es una buena noticia que no compensa el ensombrecimiento que implica el gobierno de –en los hechos– Vladimir Cerrón para el Perú.

Es buena noticia, no porque la constitución no requiera ajustes en sus aspectos políticos e institucionales, sino porque el referéndum que quiere el gobierno es una pata de cabra para asaltar a la democracia, lo cual pervierte la importancia de la revisión constitucional.

Es embustera, así, la respuesta oficialista de sus voceros del congreso y del gabinete, tras su derrota en la Comisión de Constitución cuando todas las bancadas –excepto la de Cerrón– archivaron el torpedo antidemocrático, aduciendo que se impidió que la ciudadanía pueda decidir si quiere una AC.

Este fracaso no alienta, sin embargo, un futuro optimista pues puede fortalecer el riesgo de que, entre tanto escándalo en un gobierno de ladrones e ignorantes y un congreso similar, nada sustantivo cambie, y se queden todos, desde el presidente hasta los parlamentarios, sin hacer ninguna reforma relevante para alargar la anomia actual.

Es una parálisis que degrada al país mientras ocurren hechos dramáticos que a pocos sorprenden por creer que así es nuestro paisaje natural: el Perú fue confirmado por la OMS como el país con más muertes relativas a su población por COVID-19, lo que sube el total a alrededor de 340 mil fallecidos; es el país proporcionalmente con más gente que cree que se va en rumbo equivocado (93%, Ipsos); en el último año se duplicó el número de peruanos que pasa ilegalmente la frontera en Estados Unidos (New York Post); en el Perú se desplomó la confianza empresarial en el último mes con una inversión privada que crecerá 0% este año (BCR), lo que dispara la pobreza y el desempleo.

Mientras, Perú Libre se apresta –alentado por fanáticos e ingenuos de la AC– a relanzar el plan constitucional, agitando el conflicto social, con ‘consejos de ministros descentralizados’ que son ganzúas proselitistas pagadas con recursos públicos, al igual que la publicidad en medios regionales y las hordas de troles, para polarizar al país, lograr un gran resultado en la elección, y anunciar al día siguiente (el 3 de octubre) que entonces empieza la gran revolución (que en verdad es robolución).

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