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Hablar del pueblo exige escuchar su voz, por Patricia Paniagua

“Es claro que este gobierno, cuyo lema es ‘Siempre con el pueblo’, no puede ni debe arrogarse la distinción de hablar en nombre del pueblo...”.

Desde el inicio de este gobierno, un marcado elemento distintivo en los discursos del presidente Castillo ha sido su muy reiterado y marcado uso de la palabra “pueblo”, ello, quizás, en el afán de afirmar su identificación con la población, en especial, con el amplio porcentaje que padece la terrible falta de acceso a condiciones mínimas de vida y oportunidades, a quienes este gobierno se comprometió a atender prioritariamente. Sin embargo, su uso, lastimosamente, ha estado dirigido a intentar justificar acciones y omisiones de este gobierno cuya motivación a todas luces está abiertamente divorciada del bien común.

A lo largo de este tiempo se han privilegiado, groseramente, las cuotas de poder y componendas políticas y con ello se ha renunciado a oír las preocupaciones y reivindicaciones ciudadanas. Esto ha dejado expuesta la radiografía de un Ejecutivo no solo carente de respeto por el rigor en el manejo de la cosa pública, por las instituciones de nuestro país y su necesario fortalecimiento, o por la imprescindible idoneidad, probidad e integridad de sus funcionarios y hasta por los mecanismos más elementales para la gestión como son la transparencia, la rendición de cuentas, el diálogo, etc.

Una de las tantas evidencias es el estallido social del que hemos sido testigos en los últimos días en ciudades del interior del país, en especial, en la región Junín y que ha encontrado no solo una respuesta lenta e insuficiente por parte del gobierno, como la instalación de una mesa de diálogo en las últimas horas, sino también un manejo negligente del conflicto que ha permitido su escalada con el penoso saldo de la pérdida de vidas y de heridos, además de daños materiales. Declaraciones brindadas por los más altos funcionarios del Estado, lejos de reconocer la problemática y sus causas, muy por el contrario, la han desconocido, cuestionado su motivación, deslizado imputaciones contra sus dirigentes y anunciado la restitución inmediata del orden en la zona, sin que hubieran mediado, previamente, mecanismos de diálogo que permitan recoger y canalizar las demandas de los distintos gremios y la ciudadanía movilizada.

Es claro que este gobierno, cuyo lema es “Siempre con el pueblo”, no puede ni debe arrogarse la distinción de hablar en nombre del pueblo, sin antes haber cumplido con su deber de desplegar todos los esfuerzos posibles para escuchar su voz, la que hoy desde Junín le exige atender a quienes hacen frente a los estragos de la crisis y le demandan respuestas inmediatas entre las que, sin duda, está también la urgente necesidad de un real viraje de rumbo que le permita poner el interés general en el centro de las decisiones y que lo haga desistir de cualquier otro propósito distinto. Hablar del pueblo exige, en primer término, que sea capaz de afinar el oído para escuchar su voz.

La República

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