Andrés Hurtado pasará su segunda noche en la Prefectura

El gran salto al abismo de la vacancia

El camino de un presidente inepto, inmoral y mentiroso.

La presidencia de Pedro Castillo ya deambulaba cerca del precipicio desde hace meses, y en las últimas dos semanas dio pasos decididos hacia el abismo.

Sus entrevistas lo desnudaron como inepto por su incapacidad para presidir el país; inmoral por su promiscuidad con la corrupción; y mentiroso por tergiversar con delirio los hechos.

Eso se confirmó con el culebrón policial, quedando como inepto por no manejar oportunamente la crisis; inmoral por pactar con el lado corrupto de la policía; y mentiroso por increpar al hoy exministro Avelino Guillén de no informarle lo que pasaba, cuando él mismo lo reconoció hace dos semanas, o querer madrugar por twitter a la expremier Mirtha Vásquez diciendo que él la botó de la PCM y que no renunció.

Es tan grande la pérdida de respaldo que Castillo tiene hoy que hasta los sectores de izquierda que hasta hace poco lo apoyaban, ya toman distancia de los dislates de un presidente que ya eran evidentes hace 5, 4, 3, 2 meses.

Varios de los cuales fueron, además de otros espacios, señalados en esta modesta columna, recibiendo desde sectores de izquierda calificativos de derechista, racista, etc. Si estos hubiesen tenido una crítica constructiva y oportuna –y no recién ahora, cuando Castillo deambula por el abismo–, el presidente hubiera reaccionado pues, aunque no vea noticias en diarios y la televisión, quizá a ellos sí los escucha.

El silencio de buena parte de la izquierda en el desmadre generado por Castillo es responsable del desastre de su presidencia, y acabará pasándole factura política en el futuro electoral.

Lo mismo se puede decir de la expremier Vásquez por no tener una posición abierta, rigurosa y oportuna ante un presidente taimadamente tonto; y Guillén, quien se prestó al show de la deportación de venezolanos, le dio prefecturas al Fenatep, y aprobó un estado de emergencia por razones políticas.

Todo lo cual debieran tener en cuenta los nuevos ministros. Reconociendo la dificultad creciente de un presidente inepto, inmoral y mentiroso para armar un buen gabinete, este tendrá la misión compleja de darle al jefe de estado la credibilidad que ya perdió, y que, si se vuelve a equivocar en su composición, puede estar dando el gran salto al abismo de la vacancia.

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