Universidad “Los tiburones”
“Los dueños de las universidades clausuradas, o de las abiertas pero obligadas a manejarse dentro de los márgenes de la ley, nunca se han resignado. Ni las peores empresas se sonrojaron cuando se puso en evidencia la verdadera estafa que llevaban adelante ciclo tras ciclo”.
Los enemigos de la reforma universitaria son el lobby más constante de la política peruana. Los congresos renuevan su personal, pero los parlamentarios empecinados a tumbarse a Sunedu y lo que representa reaparecen con cada elección. Otros rostros, el mismo propósito, los mismos argumentos sin base, el mismo fustán tejido con intereses ilegítimos.
El negocio de la educación superior privada de nula calidad se puso en marcha cuando el fujimorismo permitió las universidades establecidas para el lucro. Sobre esa base surgió un enorme poder financiero, que pronto se desbordó hacia la política. Algunos de los barones universitarios hoy manejan partidos enteros.
Para ser cabalmente lucrativo, ese tipo de negocio necesitaba cero control estatal, para que el dinero de los alumnos fuera directamente a los bolsillos de los propietarios. La fórmula era sencilla: cobrar en serio, invertir mucho en publicidad, y entregar un producto académico que era una mala broma.
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Los dueños de las universidades clausuradas, o de las abiertas pero obligadas a manejarse dentro de los márgenes de la ley, nunca se han resignado. Ni las peores empresas se sonrojaron cuando se puso en evidencia la verdadera estafa que llevaban adelante ciclo tras ciclo. Más bien decidieron usar parte de las ganancias para tratar de regresar. En el decenio pasado usaron la mega-bancada apro-fujimorista para censurar ministros de Educación que no les eran favorables. A la vez fueron fletando sucesivas campañas de medios para respaldar iniciativas parlamentarias contra la reforma, una práctica que se mantiene hasta estos días. Hoy estamos presenciando la más reciente.
La Sunedu fue creada para ir mejorando la calidad de los estudios universitarios en el país. Esto incluye cerrar las empresas bamba en el ramo, pero no solo eso. También comprende ir planteándoles exigencias académicas a las buenas universidades del país, públicas o privadas, con fines de lucro o sin ellos.
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No estamos, pues, únicamente ante una campaña contra la reforma universitaria, sino ante una campaña contra la educación superior en general. Una educación en serio tiene altos costos, y reduce las expectativas de quienes tienen la mirada fija en las utilidades. Esa es la madre del cordero: reabrir las pésimas universidades, y liberar sus ganancias.
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