¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Credibilidad destruida del Gobierno

Será muy difícil recuperar la confianza de la inversión.

Lo más grave del cierre de cuatro minas no es la cancelación de proyectos valiosos para el país, sino la autodestrucción, por ignorancia patética o ideologización extravagante, de la confianza del presidente Pedro Castillo en la inversión privada nacional y extranjera.

El cierre unilateral, sin diálogo previo, de cuatro proyectos mineros, y la prohibición de toda exploración y explotación, anunciado por la premier Mirtha Vásquez, no solo es arbitrario e ilegal, sino que sus argumentos carecen de sustento por la tergiversación del concepto del cierre de minas y no demostrar el daño ambiental aludido.

Esta decisión destruye empleos, inversiones, valor de las empresas, e ingresos para el estado, y pone al país al riesgo de demandas millonarias.

Esto puede obedecer a ignorancia de las consecuencias de las decisiones, algo que se va convirtiendo en práctica cotidiana de la presidencia de Castillo.

Pero también puede ser una decisión consciente basada en ideologías que llevan a querer cerrar la minería, con todo lo que ello implicará para el progreso del país. La evidencia abunda: desde mensajes reiterados en los planes de gobierno, hasta la designación en el MEM de expertos en promover conflictividad en vez de solucionarla.

Esto coincide con la aparición y promoción, desde el gobierno, de organizaciones como la Federación Nacional de Comunidades de Entornos Mineros, con el objetivo de parar la minería.

El anuncio de la premier fue al día siguiente de que Castillo invitara a la inversión en el Perú durante su gobierno.

Sea por ignorancia extrema, o por ideologización psicodélica, lo más grave es que así el presidente Castillo destruye su ya escasa credibilidad para convocar a la inversión privada, no solo minera, sino de muchos otros sectores, tal como ya se viene manifestando.

Este anuncio del cierre minero puede tener el mismo efecto del intento de Alan García de estatizar la banca en 1987. Al final, no se concretarían, pero el daño se vuelve irreparable.

Del presidente Castillo ya se podía esperar poco, por sus mensajes tan contradictorios, pero lo más grave es que la premier Vásquez ha terminado demoliendo la imagen que proyectaba de ser una de las pocas voces sensatas de este despelote llamado gobierno.

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