De desplantes y puentes

“Si la presidenta del Congreso realmente quiere mostrarse como heredera del mejor Acción Popular –y no de ese que en épocas recientes aportó a agravar las crisis–, debiese dejar de lado los tonos de confrontación”.

Necesitamos reconstruir puentes de diálogo y colaboración entre el Gobierno y el Congreso de la República. Esta afirmación, así en solitario, no plantea ninguna novedad, pues llevamos varios años (y varios presidentes y varios Congresos).

Un cambio de Gobierno y de conformación de Parlamento debiese avizorarse como una nueva oportunidad para ese proceso de reconstrucción de relaciones y, sin embargo, en los meses que han transcurrido desde el 28 de julio, la tensión entre el Ejecutivo y el Legislativo recrudeció, con gestos mutuos de confrontación, casi de discordia.

Respecto de las responsabilidades del Gobierno en esas tensiones –con el expremier Bellido como ejemplo de todo lo que no hay que hacer si se quiere tener relaciones fluidas de diálogo–, se han escrito innumerables líneas e invertido largos minutos de análisis. Sin embargo, considero que hemos revisado con poca profundidad la actitud y el rol que la Mesa Directiva del Congreso de la República, y más precisamente su presidenta, María del Carmen Alva, ha tenido en “tensar la cuerda” de estas relaciones.

A la presidenta del Congreso se le han atribuido ya apelativos vinculados con los varios desplantes, malos tonos y actitudes poco diplomáticas que ha tenido para con otros actores políticos en los dos meses y medio que lleva en el cargo. Hay que reconocer que este tipo de actitudes no son ajenas a otros miembros del Parlamento, ni de legislaturas previas. Los y las congresistas pueden definir libremente la forma en que construyen su imagen y liderazgo, reflejo de sus líneas políticas y de su personalidad.

Lo que preocupa de las actitudes de la congresista Alva es que no son las de una más de los 130 parlamentarios y parlamentarias, lo que podría hacerla figura de su bancada o una congresista recordada (para bien o mal) por la ciudadanía. Hoy por hoy, la congresista no se representa solo a sí misma y su electorado. Mientras su mandato dure, la congresista Alva representa, ante todo, a la magistratura y la institucionalidad del Congreso de la República. Sus gestos no son suyos, son del Congreso. Sus desplantes no son suyos, son del Poder Legislativo.

El jueves, mientras se comentaba con afán la posible división de Perú Libre, ocurrió el más reciente impase. La presidenta del Congreso contradecía (lamentaba) públicamente, vía Twitter, las declaraciones de la premier Mirtha Vásquez sobre una posible reunión. A continuación, el mensaje reiteraba su “mejor disposición para el diálogo democrático”.

Pero los gestos dicen más que las palabras, y dejar que aquello que podía resolverse con dos llamadas de sus asistentes se convirtiese en un desplante público parece retratar nuevamente una actitud de confrontación que, en un contexto de crisis y de búsqueda de gobernabilidad, no favorece el entendimiento entre poderes. Una verdadera disposición al diálogo democrático empieza en las formas y la consideración mutua, incluso desde las diferencias y el respeto a la propia institucionalidad que las personas representan.

Finalmente, la cita entre la premier y la presidenta del Congreso se llevará a cabo el lunes 18 de octubre. De la capacidad de entendimiento de estas dos autoridades podría depender que se sigan fracturando entre poderes del Estado, o que podamos empezar a reconstruir esos puentes, aunque sea incipientemente, que demanda la gobernabilidad del país.

Si la presidenta del Congreso realmente quiere mostrarse como heredera del mejor Acción Popular –y no de ese que en épocas recientes aportó a agravar las crisis–, debiese dejar de lado los tonos de confrontación y las agendas personales y buscar las formas más dialogantes, aquellas que admiten el debate, pero no el ataque.

Opinion

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Paula Távara

Politóloga, máster en políticas públicas y sociales y en liderazgo político. Servidora pública, profesora universitaria y analista política. Comprometida con la participación política de la mujer y la democracia por sobre todas las cosas. Nada nos prepara para entender al Perú, pero seguimos apostando a construirlo.