Nepotismo

Podemos imaginar los placeres del nepotismo. Usar el poder o la influencia para instalar a los parientes en buenos cargos. Definiciones más tajantes extienden esta práctica hasta los amigos. En algunos países es lo que se espera. En el Perú hay normas que lo prohíben expresamente, hasta el cuarto grado de consanguinidad.

Muchos practicantes de esta preferencia la consideran natural, como una forma de gobernar ayudado por los más cercanos, vistos como los más confiables. Quizás sienten que compartir con la familia los beneficios del poder es una marca de buen carácter, y más cuando se le saca la vuelta a las disposiciones que lo impiden.

El nepotismo tiene varias facetas. Sin duda la más cruda es la repartición de cargos públicos desde casa. Pero la administración de ventajas para parientes y allegados en los negocios o las profesiones tiene muchas maneras de manifestarse. Sobre todo cuando la propiedad, material o inmaterial, tiene un estilo dinástico.

¿Cuál es el problema con todo esto? ¿Por qué existen leyes en contra? Un motivo es el principio de equidad en las oportunidades. Otro es la obligación de tomar en cuenta los méritos profesionales y la eficiencia en los nombramientos del Estado. Además nombrar familiares termina creando un poder dentro del poder, algo que no es republicano.

Los parientes no siempre son los más capacitados, y son difíciles de sancionar cuando no están a la altura del encargo recibido. Hay zonas del Estado donde este problema puede volverse fatal. Esto se agrava cuando los gobernantes tienen familias extensas y pretenden dejar bien instalados a todos sus integrantes.

El nepotismo en las alturas del poder nacional es relativamente fácil de detectar. Pero en el Perú este se da en todos los niveles de la administración pública, con más prevalencia allí donde los lazos familiares son más intensos y extendidos, incluso mucho más allá del cuarto grado de consanguinidad que establecen las leyes.

En lo político uno de los efectos del nepotismo es aislar al gobernante en una suerte de burbuja familiar, donde no cabe suponer mucho vuelo en los términos de la discusión sobre los asuntos del país. De ese aislamiento puede salir una marcada indiferencia frente a los temas más amplios de la problemática nacional.