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La tenaz alteridad

“El reto para los demócratas que no pensamos renunciar a nuestra capacidad de pensar en nombre de ningún dogma idealizado es mayúsculo”.

Estas últimas elecciones han tensado tanto los hilos precarios de nuestro pacto social, como nuestra capacidad de pensar lo que nos está sucediendo. Esta desubicación nos ha generado una insidiosa angustia. Mejor dicho, ha incrementado la que ya veníamos sufriendo por la pandemia y sus desastrosas consecuencias en la vida de tantos, sobre todo de los más desfavorecidos.

Así, tras el breve pero ampliamente positivo gobierno de Francisco Sagasti, entramos en una turbulencia de la que estamos lejos de salir. ¡Ni siquiera tenemos claro quién nos gobierna! Hace algunos días, por ejemplo, el presidente Castillo anunció sorpresas en los precios de productos de primera necesidad. Los mercados temblaron, pero las sorpresas nunca llegaron.

Entretanto, el Congreso, en un cálculo groseramente determinado por sus prebendas, le dio la confianza al gabinete Bellido. Obvia victoria para Vladimir Cerrón, cuyo ideario atado al marxismo dogmático de los setenta contribuye a reforzar este clima de “pensamiento” binario. Así, el congresista Cavero de Avanza País propone desterrar el término “descolonizar” por ser marxista. Como si emplear términos marxistas (clases sociales, propiedad de los medios de producción, plusvalía, ideología, explotación, proletariado, etcétera) fuera anatema.

Intentar simplificar la realidad y reducirla a esquemas anquilosados es escupir al cielo. El escritor Philip K. Dick lo expresaba así: “La realidad es eso que, cuando dejas de creer en ella, no se va”. Lo cierto es que una alteridad mantenida a raya durante la mayor parte de nuestra historia colonial y republicana está irrumpiendo en un escenario al cual no se le concedía acceso. Pero esto no significa, como pretenden los extremos de izquierda y derecha, ni el paraíso socialista, ni el infierno comunista. Emil Cioran nos lo recuerda: “Hay que estar del lado de los oprimidos, pero sin olvidar que están amasados del mismo barro que los opresores”.

Por ejemplo, Cerrón o Castillo afirmando que ellos son la voluntad del pueblo. Y cuando encuestas tan serias como la del IEP arrojan que una mayoría quiere cambios en el gabinete, descalifican a la encuestadora. El reto para los demócratas que no pensamos renunciar a nuestra capacidad de pensar en nombre de ningún dogma idealizado es mayúsculo. El problema no es estar al centro, sino aceptar la complejidad y defender la democracia desde ese lugar.

La República

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