La nueva industria

Ahora que sigue tomando cuerpo el debate en torno a un cambio constitucional en el Perú, cabe recordar qué es lo que la población entiende por un cambio cuando de “constitución económica” hablamos.

En mayo de este año una encuesta reveló que el 58% de la población quería mantener el modelo económico y con solo algunos cambios. Mientras que un tercio pensaba que la mejor opción era cambiarlo totalmente y solo un 5%, mantenerlo como está.

En conclusión, a la población no le interesan los cambios dramáticos, si de temas económicos hablamos.

Y por dramático entiendo situaciones en las que el rol del sector público o del privado tomen un protagonismo tal que termine por anular al otro.

Escribo esta columna ahora desde Oslo, donde en un año electoral se viene planteando el fortalecimiento de su “Estado inteligente”.

Salvando las enormes distancias entre Perú y Noruega, personalmente creo que la nueva agenda de este tiempo en el país tiene que apuntar a una nueva idea de industrialización que vaya más allá de modelos antiguos.

En ese sentido, ¡lo innovador es tender puentes!

La implementación de propuestas como un 70% de impuesto a la renta, sustitución de importaciones o la nacionalización de empresas –”sin ton ni son”– ya fueron.

Lo innovador hoy es tender puentes y cooperación con el sector privado: pueden ser mejores normas, financiar infraestructura, mejorar el funcionamiento de entidades públicas, facilitar la articulación de cadenas de valor. Todo con una mentalidad de identificar y resolver problemas conjuntamente.

La nueva industrialización de la que tanto se hablaba en la segunda vuelta electoral tiene que ver más con combinar lo mejor del Estado y del sector privado. Y no anular a uno respecto del otro.