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Lectores negligentes

“Personas con educación superior hacen circular datos y conclusiones sin ningún tipo de cotejo y se la creen toda”.

Cualquier individuo, cualquier ciudadano tiene, por supuesto, derecho a pensar y a opinar lo que desee, manifestarlo públicamente si es que esto no implica difamación, apología, entre otros límites razonables a la libertad de expresión.

En la política, sobre todo en campaña, uno de los principales enemigos del debate saludable, entre las distintas posturas, está relacionado con la información. Por un lado, tenemos a los medios tradicionales de siempre, a los medios digitales nuevos, pero que se han ganado a punta de rigor periodístico un lugar en la oferta. Por otro, a cualquier persona que, dadas las facilidades tecnológicas, puede constituir un medio alternativo en el que la seriedad y la responsabilidad no son precisamente principios que tomen en cuenta. Si uno suma medios de señal abierta con poco rigor periodístico y con clara tendencia hacia una dirección y los medios alternativos informales, a quienes no hay cómo reclamarles nada, como difusores de información, el ciudadano va a tender, por naturaleza, a reforzar y respaldar sus posturas solo con una versión de la historia, sin contraste alguno. Va a creer, solo porque le resulta fácil creer. Esto significa que el trasiego de memes, de cuadros de datos manipulados, etc., encuentra, en un usuario desesperado por validar su manera de ver las cosas, prácticamente un público cautivo: una víctima, pero una víctima negligente.

Para debatir e intentar convencer y cambiar algo se necesitan ineludiblemente otras fuentes de información, acudir a la vereda contraria, a los argumentos que no refuerzan, sino refutan nuestras ideas. Pocos lo hacen y los periodistas, por la naturaleza de nuestro trabajo, observamos con más sensibilidad y preocupación cómo nuestro entorno es alimentado con mentiras e información basura y cómo, por ejemplo, personas con educación superior replican, reparten, hacen circular datos y conclusiones sin ningún tipo de cotejo y se la creen toda. Haz tu trabajo, pues, amigo, amiga, contrasta, que no te metan el dedo tan fácilmente. Googlear no cuesta nada.

La República

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