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El traspaso

“Dada la coyuntura actual, los equipos de transferencia de funciones deberían plantearse trabajar juntos unas semanas”.

Según ha declarado el presidente del Jurado Nacional de Elecciones, mientras en la segunda vuelta del 2016 hubo 26 solicitudes de nulidad de actas electorales, esta vez se han presentado 802 pedidos. Mientras el sistema electoral peruano procesa estas solicitudes, seguimos entrampados, cuando lo que necesitamos más que nunca son definiciones.

Si nos ceñimos a los resultados de la ONPE, Pedro Castillo suma más votos que Keiko Fujimori. Hasta que el JNE pueda oficialmente determinar al ganador, Castillo debe darle calma a la población. Hace bien Pedro Francke en salir a asegurar que se respetará la propiedad privada, los ahorros, la autonomía del Banco Central de Reserva... Pero con tantos anuncios que durante la campaña tuvieron idas y vueltas, los ciudadanos y el mercado necesitamos mayores precisiones. Más aún en este contexto de bombardeo de noticias falsas, intolerancia generalizada, incitación a la violencia de uno y otro lado, irresponsables gritos de fraude y con un Congreso que pretende desestabilizar todavía más este escenario político tan complejo.

¿Alguien se ha puesto a pensar en cómo será el proceso de transferencia en estas condiciones donde, además, no puede haber el menor bache posible en el avance de la vacunación? El coordinador de salud del plan de gobierno de Perú Libre, Hernando Cevallos, ha declarado que están abiertos a escuchar al ministro de Salud, Óscar Ugarte. Eso no debería siquiera estar en discusión. Tiene el deber de escucharlo, y cuanto antes.

En el 2016, tras la victoria de Pedro Pablo Kuczynski, asumí el encargo de liderar al equipo de transferencia del sector salud. Durante poco más de tres semanas, las comisiones de transferencia de los 19 ministerios recibimos de la autoridad saliente la documentación de la situación administrativa, operativa y económico-financiera de cada sector, así como informes sobre los resultados alcanzados y los asuntos urgentes en los que debería enfocarse la nueva gestión. Dada la coyuntura actual, los equipos de transferencia de funciones deberían plantearse trabajar juntos unas semanas. Superponerse para que haya realmente una transferencia de capacidades, no solo administrativa.

Esa experiencia del 2016 me permitió, también, confirmar que los Gobiernos estaban entendiendo la importancia de continuar aquellas políticas de Estado que mostraban resultados positivos concretos. En el caso del sector salud, por ejemplo, eran entonces –y lo son ahora con mayor razón– aquellas medidas que permitieron avanzar en el aseguramiento universal y que priorizaban la atención primaria en salud. Ese darle continuidad a lo bueno no puede cambiar.

En plena pandemia, con la posibilidad latente de una tercera ola de contagios y tratando de remontar el severo deterioro político e institucional de los últimos cinco años, debemos ya considerar cómo se dará este proceso de cambio de mando.

La República

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