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Filantropía de la vacuna

Aun quienes consideran a las donaciones una buena estrategia detectan fallas en la forma en que se han venido dando.

El club de naciones ricas G7 formado por Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y GB acaba de anunciar un donativo de un billón (mil millones) de dosis de vacuna para los países más pobres. La medida es parte de un impulso filantrópico que busca cortar de raíz el efecto globo de la pandemia, y que de hecho ya comenzó hace tiempo con el sistema Covax de reparto de vacunas en el mundo.

Joe Biden ya declaró que su país repartirá por lo menos 80 millones de dosis entre países necesitados, cifra que luego ha crecido: viene el anuncio de que los EEUU comprarán y distribuirán 500 millones de dosis de la vacuna Pfizer, para 92 países de renta baja y media, más la Unión Africana. En cuanto a compras y donativos, será un récord.

Todo esto parte de la convicción de que solo una erradicación total del Covid-19 impedirá que el virus siga viajando de los países infestados a los que hayan salido del problema (el efecto globo). Sin eso no habrá victoria real. Demoró largos meses llegar a esta conclusión, pero la experiencia ya la  ha convertido en sentido común frente a la pandemia.

Sin embargo hay críticos de estas donaciones, a las que consideran formas inoperantes e insuficientes de caridad. Anna Marriott, de Oxfam, sostiene que lo que el mundo necesita son 11.000 millones de dosis, y que aun con ellas la solución está en una suspensión global de las patentes para su fabricación. Una iniciativa que no está logrando avanzar.

Aun quienes consideran a las donaciones una buena estrategia detectan fallas en la forma en que se han venido dando. Mónica de Bolle, de Johns Hopkins University, apunta a dos fallas importantes: asignar en virtud del tamaño de la población no es una buena medición, y se debe considerar la capacidad de los países para inmunizar masivamente.

El desembalse de vacunas de las potencias industriales, en competencia con China y Rusia, viene de la mano con planes para cobrarles más impuestos a las grandes corporaciones mundiales. Esto, como era de esperar, viene siendo resistido por las empresas, y es previsible que las sumas cobradas sean mucho menores que las esperadas.

La República

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