La vitrina del perejil de todo caldo
Candidatos hacen shopping en el escaparate de ‘técnicos’.
El país entra a las últimas tres semanas de una elección con tanto por esperar y tan poco por escoger, con empate en encuestas y en falta de ideas.
El Perú es hoy, aunque no lo reflejen las iniciativas de la segunda vuelta, un país en colapso social. Van 180 mil muertos por la pandemia y hay un desprestigio total de la política, pero quizá el indicador más dramático de esta pesadilla sea el divulgado el viernes: el retroceso de una década en la pobreza, con 3,3 millones que volvieron a ella en 2020 por la calamidad sanitaria.
La pérdida de la ilusión por un futuro estimulante que eso implica debiera obligar a los candidatos a dar una respuesta con esperanza, pero lo que se observa, hasta ahora, es frustrante.
Pedro Castillo está recibiendo un apoyo electoral de los más pobres que se mantiene a pesar de sus posiciones erráticas y con frecuencia incomprensibles, pero al que él le falta el respeto al devolver ese respaldo con una precariedad intelectual y un desorden de ideas que bien podría subsanar con la conformación de un equipo técnico consistente, en lugar de lo cual solo ofrece, hasta el momento –como lo volvió a evidenciar en la entrevista de ayer a Exitosa–, un gran despelote alrededor de una confluencia atropellada de nombres de distintas tiendas –con mucha contradicción entre ellas–, lo cual camufla con un recurso abusivo del ‘pueblo’ como solucionador de todo lo que parezca sospechoso de caos.
Del otro lado, el apoyo a Keiko Fujimori sigue subiendo pero, principalmente, por los desatinos de Castillo, y aunque tiene un equipo técnico mucho más afinado, este carece de iniciativas para responder a la demanda mayoritaria de la ciudadanía de mantener el modelo económico, pero con cambios, sin ofrecer, hasta el momento, cuáles serían esas modificaciones que permitirían reconstruir este país devastado. Hasta ahora, solo parece más de lo mismo con un insuficiente poquito mejor.
Mientras el congreso de payasos se alista a recetar dióxido de cloro para todo, haciendo un ridículo internacional, los finalistas de la tómbola presidencial 2021 hacen shopping improvisado en la vitrina de técnicos de cualquier mall, y los perejiles de todo caldo se ponen su mejor disfraz para bailar la música que pida el dueño de la fiesta.
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