La kampaña
“Asumiendo que su crecimiento continúe, para Fujimori es una carrera contra el tiempo. Pues aun si Castillo subió menos, nada dice que no pueda seguir haciéndolo”.
El acortamiento de la distancia frente a Pedro Castillo en la encuesta Datum ha entusiasmado a los simpatizantes de Keiko Fujimori. Ya hablan de lo sucedido hace poco en Ecuador, donde el candidato de derecha le volteó la elección al de izquierda en el tramo final. En efecto son cosas que suceden en las segundas vueltas, aunque aquí la distancia todavía es importante.
En un lapso de menos de dos semanas para Datum Castillo aparece subiendo cuatro puntos, y Fujimori ocho. Como la polarización no propicia mucha migración de un candidato a otro (aunque eso no es descartable), debemos suponer que el crecimiento de ambos candidatos está llegando desde los votantes indecisos y en blanco, cuyo número se viene reduciendo.
Asumiendo que su crecimiento continúe, para Fujimori es una carrera contra el tiempo. Pues aun si Castillo subió menos, nada dice que no pueda seguir haciéndolo. Lo cual vuelve a los blancos e indecisos una olla dura de raspar para Fujimori. Su victoria parecía casi imposible en la última encuesta IEP; ahora Datum pinta otro panorama.
¿A qué se deben los cambios en cada caso? Quizás el vasto primer entusiasmo por Castillo se ha empezado a calmar, y ahora los nuevos votos comienzan a ser más difíciles de acopiar. Al mismo tiempo la campaña de Fujimori se ha intensificado, con influyentes sectores de opinión que se han ido sumando a ella, y tomando iniciativas publicitarias.
En realidad la campaña de Fujimori se ha vuelto dos campañas. Una fujimorista pura y dura que la quiere llevar a la presidencia por los méritos que le reconoce, y que está centrada en Fuerza Popular. Otra simplemente dedicada a evitar que Perú Libre llegue a la presidencia. Hay evidente sinergia entre las dos posiciones, por lo menos hasta el seis de junio.
A juzgar por lo que se percibe en las calles y en los medios, la segunda campaña es más dinámica que la de la propia Fujimori. Su punto de confluencia viene siendo el ataque frontal a lo que la derecha está llamando “el comunismo”, un trabajo al susto que podría estar funcionando, como ha sucedido en otras ocasiones. Esperemos nomás que con eso no estén sembrando vientos.
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