Bloqueo del súper trol enredado

El trauma que le generó a Donald Trump perder la reelección debe haber sido tan profundo como el de ser expulsado de las redes sociales, la fuente de poder y de acción de un presidente trastornado y transformado en súper trol con incontinencia.

Trump es una estrella internacional de las redes: 88.8 millones de seguidores Twitter, 35.3 millones Facebook, 24.6 millones Instagram, 2.7 millones YouTube, 2 millones Snapchat y 152 mil Twitch, con los que ha establecido contacto directo durante su presidencia.

Eso se demostró, de modo dramático, el miércoles 6 de enero, cuando desde sus redes impulsó, como Atila arengando a los Hunos, la captura del Capitolio en un golpe de Estado fracasado.

Entonces, las redes decidieron suspender permanente o temporalmente al energúmeno que promovió la violencia. La experta en CTi Maite Vizcarra explicó ayer en La República que Twitter tomó esa decisión gracias al artículo 230 de la ley de decencia de internet de 1996 que autoriza a las empresas proveedoras de servicios de internet a aplicar su propia regulación cuando un usuario desarrolla conductas límite.

Expresión del poder de las redes es que pueden expulsar al presidente del país más poderoso, aunque, como recordó Mirko Lauer en su columna, esto fue después de perder la reelección.

Trump es un impresentable, pero su retiro de las redes no deja ser una decisión controversial. A su favor está que no se puede tener la gentileza de prestarle el micrófono a Nerón cuando promueve el incendio de la ciudad.

Pero, en contra, está el precedente que deja el recorte de la libertad de expresión, especialmente a un político, incluso a uno tan peligroso como Trump. La canciller alemana Angela Merkel cree que esto es “problemático”.

Algunas redes están llenas de gente que quiere convertirlas en chiquero. Que te boten hoy de Twitter, por ejemplo, es como que te saquen de la orgía por mañoso. “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad”, dijo Umberto Eco. A pesar de ello, este modesto columnista-tuitero prefiere que hasta a gente así no se le recorte la libertad de expresión, ni al enredado súper trol Trump.

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