¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Poder californiano

“En una campaña electoral peruana lo que incluye o margina a los candidatos frente al espacio digital es tener recursos para comprar acceso suficiente a las redes, encanto o mensaje capaces de seducir a…”.

La expulsión de Donald Trump de Twitter y Facebook ha sido considerada una muerte civil, y hasta comparada con el ostracismo de la antigüedad griega. Ahora se habla del enorme poder político de ambas empresas, pero sus dueños recién se han atrevido a moverse contra Trump cuando este ha perdido las elecciones del 2020 y una parte del Partido Republicano.

Para Barack Obama las redes fueron un apoyo clave en el financiamiento de la campaña. Para Trump fueron además un instrumento para gobernar, la herramienta más adecuada a su estilo impulsivo. Dejarlo sin Twitter y sin Facebook tiene una carga simbólica mayor que un castigo. Más bien parece una ejecución política y personal.

Los candidatos electorales del mundo deben haber temblado ante el destino de Trump. Perder la elección y con ella las dos principales franquicias para la autopromoción política. El resumen del fin de semana de The New York Times ha leído lo sucedido como que “dos billonarios de California desenchufaron a Trump de la política”.

El columnista de temas digitales Kevin Roose en el NYT va más allá, al señalar que el desenchufe “es una lección sobre dónde está el poder en nuestra sociedad digital”. Quizás todavía no todo el poder de la sociedad, pero sí una parte importante del poder político. Por ejemplo el poder de publicitar, un aspecto clave en toda elección moderna.

En una campaña electoral peruana lo que incluye o margina a los candidatos frente al espacio digital es tener recursos para comprar acceso suficiente a las redes, encanto o mensaje capaces de seducir a esas redes gratis, conocimiento (personal o contratado) sobre el funcionamiento del mundo electrónico, que es donde hoy están los grandes números.

Es, pues, una situación más para ingenieros que para abogados (o si se quiere, más para científicos que para humanistas). Pero para volver a Twitter y Facebook, estas son empresas cuyo poder llega hasta los confines del orbe, e influye en sus elecciones. Algunos dirán que no lo suficiente; otros que toda influencia es demasiado.

¿Las elecciones se han vuelto, entonces, un escenario demasiado complejo para los medios de prensa convencionales? Para quienes los producimos y consumimos esta es una idea difícil de aceptar.