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Turismo y Bicentenario

Ahora nos toca celebrar el Bicentenario con la primera gran crisis del sector Turismo provocada por la pandemia.

Hace un siglo, en 1921, el Perú tiró la casa por la ventana para celebrar el centenario de la Independencia, pero aún no existían hoteles en Lima (el Bolívar fue inaugurado en 1924) y la numerosa delegación extranjera fue alojada en las mansiones de las grandes familias limeñas. Machupicchu cumplía diez años de su “descubrimiento” pero no figuraba ni en los discursos ni en la agenda turística oficial. El Perú no figuraba ni por asomo como destino turístico.

A fines de los años 80 ya se hablaba del boom turístico mundial, pero aquí el binomio Alan García-Sendero Luminoso hizo del Perú un destino paria. En aquellos años solo se podían ver escasos turistas extranjeros en Huaraz (montañistas que lograban un “seismil” con las facilidades propias de una cordillera tropical). También recuerdo haber visito “gringos” en Cusco, muy pocos, y siempre con Machupicchu como destino. Donde sí se veían muchos “turistas” era en Polvos Azules (en el actual parque Chabuca Granda, vecino a Palacio de Gobierno), en su mayoría marineros de los barcos pesqueros soviéticos que arrasaban el mar de Grau y que también arrasaban con los jean madeinperu. Tanta era la demanda que muchos vendedores masticaban algunas frases en ruso y abundaban los carteles escritos en alfabeto cirílico ruso.

Y si cuento todo esto es porque ahora nos toca celebrar el Bicentenario con la primera gran crisis del sector Turismo provocada por la pandemia. La primera porque el boom turístico en el Perú es muy reciente pero ya son más de cien mil las pequeñas y medianas empresas quebradas por la crisis.

Para resucitar el sector debemos apostar por las nuevas facilidades del teletrabajo, vía el alojamiento en temporadas largas de peruanos y extranjeros. También es el momento para dejar de depender de Machupicchu como epicentro turístico. En primer lugar, aclarar que la llaqta no les pertenece a las autoridades y pobladores de Aguas Calientes, quienes ahora también quieren controlar el servicio del tren.