¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Bienvenida presbicia

“En los países como el Perú, por ejemplo, estos cruciales anteojos están disponibles solo en las zonas urbanas. En el vasto mundo rural, la cosa se complica por la accesibilidad y el precio”.

Suele suceder hacia la mitad de los cuarenta, en ese tránsito ineludible hacia la adultez mayor. Le da por aparecer en ese limbo inexorable hacia la ancianidad, te remece el hombro y te recuerda que ya estás viejo, que ya viviste más de lo que te queda por vivir.

La presbicia es cruel, traicionera, es un golpe bajo a lo poco que queda de tu juventud, divino tesoro que se fue y se sigue yendo. Súbitamente te das cuenta de que tus ojos ya no enfocan correctamente, que ya no puedes leer libros ni periódicos, que la pantalla del ordenador es un garabato, que las cartas de los restaurantes contienen jeroglíficos indescifrables, que no reconoces a tus amigos ni a ti mismo en las fotos.

Las letras chiquitas de las recetas, de los contratos, o donde quiera que las malditas estén, son ahora tus enemigas, ya no te quieren, ya no les importas, te han descartado. De un día para otro, reparas en que la única forma de acceder a ellas es alejándote de ellas, que, sin lentes, tus nuevos amigos, no eres nada, que, sin lentes, tu viagra ocular, vivirás fuera de foco.

Ni se te ocurra coser. El mundo de cerca se te fue, te abandonó. Ahora sientes lo que es tener una discapacidad, una limitación que no conocías y que te hace percibir el mundo más hostil y más borroso.

Ningún otro deterioro, ni las canas, ni las arrugas, como la presbicia, para recordarte que te estás volviendo viejo y que ahora eres un presbítero sin ser maestro. No serás el único. La OMS estima que cerca de la tercera parte de la población mundial la padece y, lo peor, es que la mitad de esa población no tiene acceso a unos anteojos adecuados.

En los países como el Perú, por ejemplo, estos cruciales anteojos están disponibles solo en las zonas urbanas. En el vasto mundo rural, la cosa se complica por la accesibilidad y el precio. La presbicia no es algo genético, no es algo ambiental, es la edad. Con los años, el cristalino dentro de tus ojos, como todo tu ser, engrosó, se fatigó, perdió flexibilidad y elasticidad, ya no enfoca. Tus ojos, que tampoco lo vieron todo, ya no lo verán. Asúmelo.