Ni con el pétalo de una crítica

La presencia de mujeres en cargos políticos claves es una gran noticia para la larga carrera por la igualdad de oportunidades y la erradicación de discriminaciones, pero esto no debe ser usado por la barra brava del feminismo para impedir que sean criticadas en el ejercicio de sus tareas con el argumento frecuente y absurdo de que ‘son mujeres’.

Violeta Bermúdez en la presidencia del consejo de ministros, Mirtha Vásquez en el congreso, Elvia Barrios en el poder judicial, Marianella Ledesma en el TC, y Zoraida Ávalos en el ministerio público, conforman un sólido elenco femenino en instituciones fundamentales de la república, y se suman a otras mujeres en puestos claves, como Nuria Esparch como la primera ministra de Defensa –posición que muchos creen que es coto privado de hombres–, y muchas más en el gabinete o en cargos clave como Socorro Heysen en la SBS.

A la cabeza de gremios empresariales están Elena Conterno (Ipae), María Isabel León (Confiep), Claudia Cooper (BLV), Cayetana Aljovín (SNP), Leoní Roca (Afin) y Yolanda Torriani (CCL), así como Carmela Sifuentes en la presidencia de la CGTP, y fue estupendo ver a cuatro periodistas mujeres entrevistando al presidente Francisco Sagasti.

Este avance es importante pero insuficiente, pues las mujeres siguen compitiendo en gran desventaja frente a los hombres en el acceso a empleos y en la obtención de remuneraciones equivalentes para el mismo trabajo.

Pero se avanza, lo cual es crucial para que las mujeres tengan igualdad de oportunidades para concretar sus aspiraciones sin el obstáculo de la discriminación; y para el país, pues es obvio que este se perjudica si deja de contar con la participación, en igualdad de condiciones, de la mitad de la sociedad.

Lo mejor que se puede hacer ahora con este elenco femenino al mando de la política, para contribuir a la erradicación de la discriminación, es evaluar su desempeño al margen del género, y no como suele preferir la barra brava del feminismo, que ve cualquier crítica a ellas como ojeriza antimujer, tal como sucedió ante la eventualidad de que Rocío Silva Santisteban fuese presidente de la república, o el fallo del tribunal de ética del consejo de la prensa en el caso de una conductora de TV que fue una lamentable censura al periodismo.

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