Cuatro incapaces morales

Una mayoría del TC optó ayer por faltarle el respeto al país al lavarse las manos y evadir la interpretación que debía hacer sobre la vacancia presidencial, asunto que ha generado una muy alta turbulencia política en los últimos años.

Ernesto Blume, José Luis Sardón, Augusto Ferrero y el siempre diletante Manuel Miranda rechazaron la demanda competencial presentada por el gobierno que cuestionó el uso de la incapacidad moral permanente como causa para la vacancia presidencial.

Blume dio una pobrísima explicación basada en que, como tiene mayoría, hace lo que quiere, incluyendo una sesión reservada de un tema de obvio interés público, y afirmando que es mejor que esto quede en la vaguedad para que el congreso haga lo que quiera.

Esa indefinición permitió que, en este lustro, ya se tengan cuatro jefes de estado, y que en el último trimestre del año el Perú acabe con más presidentes que puntos logrados por la selección de fútbol para la clasificación al mundial.

¿Para qué se tiene un TC en el país si, cuando se presenta la oportunidad de hacer una interpretación sobre un asunto crucial que se presta para el abuso, decide honrar el nombre del local donde actúa y actuar como Pilatos?

Al no precisar si la incapacidad moral permanente se refiere a una situación de demencia o de falta ética, el TC le sigue dando carta libre al congreso para que despache al presidente por el motivo que le dé la gana, incluyendo el que obstaculice los negocios privados de los gamonales del parlamento.

En el corto plazo, estos cuatro del TC le siguen dando al congreso una chaira para que pueda destituir al presidente Francisco Sagasti cuando le dé la gana y en modo exprés.

Asimismo, con 91% de la ciudadanía que estuvo en contra de la manera como el congreso planteó la vacancia del presidente Vizcarra, el TC alienta que la calle siga protestando por esta burla que le propina al país, además de promover el absurdo al que ya se prestan algunos candidatos, como Verónika Mendoza, de cambiar la constitución sin saber para qué más allá de que les sirva para mejorar su postulación.

Un fallo se debe cumplir, pero se puede discrepar con el mismo, especialmente cuando este se burla del país.

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