Pérdidas y ganancias del swingate

Martín Vizcarra. Superó la vacancia con margen cómodo, pero su imagen salió quiñada por unos audios que lo dejaron mal parado, mellaron su prestigio anticorrupción, y descalabraron a su equipo cercano: todos debieron renunciar. Aún es misterio por resolver su relación con Richard Swing.

Sigue con aprobación alta pese a todo, pero es posible que con menos entusiasmo que antes por una ciudadanía que quizá piense ‘mal con Vizcarra, peor sin él’. Lo puede beneficiar políticamente la tendencia declinante de contagios y muertes por covid por 47 días consecutivos, y la torpeza de los conspirados.

Manuel Merino. Demostró una ambición desmedida para su habilidad política, desnudándose como un golpista monse –junto con Antauro Humala, Pepe Luna y Edgar Alarcón– y anticuado, tocando puertas de cuarteles como si fueran tiempos que ya quedaron atrás en los que se creía que la escuela militar de Chorrillos era una academia presidencial. Además, dejó mal parado a AP, afectando la perspectiva de un partido que tuvo buenos resultados en las elecciones 2018 y 2020.

Ricardo Cisneros. Una expresión de la fragilidad institucionalidad es que un artista tan poco talentoso como ‘Swing’ haya desestabilizado la política con el riesgo de traerse abajo otra presidencia. Pero, para alguien así, todo escándalo es ganancia, pues su tarifa por actuación debe haberse elevado bastante, y no debiera descartarse que acabe con curul en el próximo congreso.

Walter Martos. A pesar de no mostrar grandes habilidades políticas, tuvo muy buen desempeño en la crisis política por la vacancia, y dialogó bien con el congreso, demostrando que los parlamentarios gritan mucho pero siempre se cuadran ante un general.

Pedro Cateriano. Negarle el voto de confianza lo exoneró de tener que pasar por el papelón del swingate.

María Antonieta Alva. Superó la moción de censura, lo cual es como una vacuna anti destitución para el futuro, pero sigue actuando de arquero para detener los autogoles al país de un congreso descarrilado.

Edgar Alarcón. Tambalea en la comisión de fiscalización pues su presencia ahí es impresentable para la imagen del congreso.

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