¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Ojalá que no se le suban los humos

El presidente sale de la crisis quiñado y lleno de problemas.

El presidente Martín Vizcarra aplastó el viernes el complot de algunos sectores del congreso liderados por Manuel Merino y Antauro Humala con Edgar Alarcón de punta de lanza, pero cometería un gran error si eso lo atiborrara de tal soberbia que le impidiera ver los problemas de su gobierno.

El complot se desplomó con una votación de 93 votos –78 en contra y 15 abstenciones– que pudo pasar la centena si el Frepap no hubiese cambiado en una semana para sumarse a los 32 votos de una destitución que, al final, no fue apoyada ni por sus gonfaloneros más entusiastas, como AP y Podemos.

Ayudó mucho a Vizcarra a superar esta tramoya insólita –por ocurrir en plena pandemia– que, además de su escaso compromiso democrático, los conspiradores demostraran ser, como golpistas, unos tremendos ineptos.

El congreso sale muy desprestigiado de este trance, y Merino malgastó su sueño de ser un Valentín Paniagua –solo será un Manuel Merino–, pero pronto volverá a la carga con sus ínfulas de grandeza y sus ganas de jugar a reventar la piñata con la caja fiscal con iniciativas descabelladas que suelen encontrar apoyo en varios. Los meses que faltan, al menos hasta la elección de abril, no dejarán de ser turbulentos.

Sin embargo, nada de eso debe impedir el reconocimiento de los errores del gobierno ni justificar que el presidente Vizcarra no los intente corregir.

Los más dramáticos radican en el enfrentamiento a una pandemia que en estos días olvidaron todos los políticos, pero que en el Perú ha causado los estragos más fuertes, en términos relativos, en el mundo, tanto en el campo de la salud como en el de la economía.

El gobierno debería, además, abrirse más para tender puentes con sectores que lo pueden ayudar a enfrentar mejor a la pandemia, desde las iglesias hasta el empresariado, pasando por los sectores políticos dentro del Congreso –donde no todos son golpistas, ineptos o corruptos– como fuera del mismo.

Además, el presidente debería actuar con más transparencia, y rodearse de un equipo de trabajo más profesional y con menos swing que hoy.

Vizcarra sería muy ingenuo, además de soberbio, si no se diera cuenta de los problemas de su gobierno ni de lo quiñado que lo deja esta crisis política.

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