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¿Siempre es bueno un pacto?

"Las vísperas de una campaña electoral no parecen momento adecuado para un llamado a la unidad, salvo quizás para fines prácticos de los propios comicios".

Pacto Perú es promovido por Martín Vizcarra como un acuerdo político lo más amplio posible entre las diversas fuerzas nacionales. Los objetivos más a la vista son lograr un grado de sinergia frente a la pandemia y mejorar la calidad del clima político. ¿Puede funcionar? Quizás sí, apenas se entienda la propuesta un poco mejor.

Pero hay escollos. Las vísperas de una campaña electoral no parecen momento adecuado para un llamado a la unidad, salvo quizás para fines prácticos de los propios comicios. La cantidad de fuerzas transitorias sobre el tablero hacen preguntarse sobre la permanencia de cualquier acuerdo. Parece una tarea difícil. ¿Por qué ha sido lanzada?

Quizás porque Vizcarra considera que proponer la unidad es una buena cosa. O piensa que un pacto, aún uno limitado, puede añadir cuotas de popularidad y apoyo a las que ya tiene. Si llega a funcionar podría ser un polo de atracción para las fuerzas dispersas dentro y fuera del Congreso que, cada una en su esfera, son abundantes.

Haberle encargado la construcción del pacto al Acuerdo Nacional, que existe con altos y bajos, y algunos logros, desde el 2002, ya es de por sí una declaración de intenciones. Si lo hemos entendido bien, se trataría de ubicar los objetivos comunes de las fuerzas políticas y gremiales en este momento, y convencerlos de comprometerse con ellos.

En el 2002 un importante objetivo común fue ayudar a sostener la democracia recién recuperada, y todavía poco segura de sí misma. Lo de la lista de políticas de Estado consensuadas fue una idea muy buena, pero no esencial para el Acuerdo. Lo más importante era evitar que las fuerzas democráticas se destrozaran entre ellas en el juego político.

¿Es este último objetivo el propósito de la iniciativa de Vizcarra? Por necesidad política o por carácter personal, en estos años no lo hemos conocido como un conciliador. Podría añadirse que casi tampoco como negociador. Si acaso ha habido pactos, estos no se han notado y no parecen haber durado mucho.

En cualquier caso, la emergencia nacional bien merece ir a sentarse a una mesa de diálogo, para al menos coincidir en explorar las posibilidades y perspectivas de un pacto. En verdad no se gana nada tirándole la puerta a la convocatoria.