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Jorge Álvarez Calderón

"Junto con su hermano Carlos, ambos sacerdotes, acompañaron a Gustavo Gutiérrez en una Teología de la Liberación".

El fallecimiento de Jorge Álvarez Calderón, padrino de ordenación sacerdotal del arzobispo de Lima, Carlos Castillo, ha conmovido a los católicos y al mundo popular con el que se comprometió. No solo a quienes hemos sido sus amigos,

Los 90 años de vida de Jorge sugieren una pregunta de biografía “contrafáctica”: ¿Cómo habría sido su vida si hubiera tomado el rumbo “natural” de un hijo de familia pudiente, como era?

Pudo haber terminado sus estudios de agronomía. Pudo haberse hecho cargo de una de las haciendas de la familia, como había soñado su padre; pagarle lo legal a sus trabajadores y tratarlos amable y paternalmente; conversar de política y de fútbol en el club; apoyar a algún candidato que garantizara el mantenimiento del orden establecido, ser un “buen esposo” y un “buen padre”. Se hubiera sentido, como muchos de sus imaginarios compañeros, un “buen cristiano”. Pero, ¿lo hubiera sido?

Jorge, siguiendo literalmente el Evangelio, optó por otro camino. Dejó todo. Se fue a vivir en barrios populares y dio testimonio de consecuencia genuina. En hechos y en palabras. Apoyó cada reclamo popular y predicó la ecuación entre solidaridad y fe. Él mismo representa uno de los dos mundos a los que aludió al declarar que “Cipriani y Castillo son dos mundos distintos”.

Junto con su hermano Carlos, ambos sacerdotes, acompañaron a Gustavo Gutiérrez en una Teología de la Liberación que sostiene la opción preferencial por los pobres y que se expresa en el trabajo de multitud de clérigos, monjas y laicos.

Un pensamiento situado en la línea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín, de 1968, y del Concilio Vaticano II, que ha sido recuperado a plenitud, sesenta años después de iniciado, por el papa Francisco, jesuita y latinoamericano.

Esta perspectiva ha nutrido la historia del cristianismo, como fermento subyacente al oropel y al compromiso con el dinero y el poder, con que la Iglesia se dejó seducir desde el emperador Constantino.

América Latina ha sido pionera en esta recuperación que hoy alcanza dimensión planetaria. Helder Camara, en Brasil, y el mártir Monseñor Romero, en El Salvador, son ejemplos bien conocidos.

En el Perú de la segunda mitad del siglo XX esta mirada fue encarnada por el Cardenal Landázuri, el padre Gerardo Alarco, el hombre de cultura César Arróspide y los curas de la Teología de la Liberación, entre muchos otros. Hoy, la Iglesia universal camina por el mismo rumbo.

La vida de Jorge es un vivo y cordial desafío para quienes creen, de buena fe, que lo cristiano se reduce a encomendarse a Dios en los momentos difíciles, comulgar y aburrirse en misas dominicales, rezar novenas y defender una rígida, cuando no hipócrita, represión sexual.

OTROSIDIGO: Conscientes de los signos de los tiempos y del largo plazo, 83 de las personas más ricas del mundo han pedido que se les cobre más impuestos. ¿Serán acompañados por los millonarios peruanos?

OTROMAS: La nueva convivencia debe inspirar al deshacedor de entuertos Pedro Cateriano, llamado otra vez al ruedo. A él, firme antagonista, le toca, de nuevo, concertar.

Rafael Roncagliolo

Cara al futuro

Rafael Roncagliolo. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.


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