¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

La perturbación de las “células básicas”

“La madre educadora parece estar de vuelta, y el ‘ángel del hogar’ decimonónico...”.

Por: Maria Emma Mannarelli

La escuela, su origen y su masificación, sus bondades y sus malestares son aportes civilizatorios sobre los que siempre hay qué y que decir. Si bien en crisis en el Perú y en otros países antes del estallido de la pandemia, la experiencia escolar ha llenado de sentidos la vida de las personas que pasaron por ella. Esta, más allá de las formas que ha tomado en la historia, al acompañar la génesis de la infancia y de la noción de la misma, trae consigo la transformación de la casa y el modo de tratarnos; ha rebajado el patriarcado y recortado las jerarquías. Para las mujeres, cuando sus maestros no han sido sus violadores, ha sido la autonomía, o la ilusión de tenerla; ha alejado a la familia de la arbitrariedad de la sangre, ha embridado.

Antes de la escuela, la casa era el lugar del aprendizaje. Los niños, antes de serlo, eran aprendices. La familia era una unidad productiva y el padre, un padre patrón. No era raro que los “niños” crecieran y trabajaran en otras casas, lo mismo que las niñas sirviendo a otros no consanguíneos. Del trabajo derivaban las regulaciones familiares.

La escolarización complejiza la experiencia infantil lo mismo que el mundo psíquico, También el del padre, el de la madre; todos van renunciando a los impulsos y satisfacciones propios de las jerarquías. La escuela ha recortado la omnipotencia paternal, ha hecho de las sociedades lugares de mayor densidad emocional (y de más neurosis).

No sabemos cuánto tiempo más niñas, niños y adolescentes tendrán que “aprender” (aquellos que lo están haciendo, los privilegiados) en casa (término con connotaciones diferentes según las clases sociales, lo rural y lo urbano). Aunque hay que reconocer que hay los que se sienten mejor en sus casas que en aula real. La escuela se ha tornado hostil.

La madre educadora parece estar de vuelta, y el “ángel del hogar” decimonónico, ahí, desfigurado con las desmesuradas y soslayadas presiones que se suman a la demanda escolar.

No deja de sorprender que se dé por sentado que las escuelas serán los últimos locales en abrirse. ¿Será una naturalización de algo que tendría que estar más en el centro de las preocupaciones? Puede tratarse del fin de la infancia tal como empezó a emerger en Occidente hacia el siglo XVII.