¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Mi salud mental también es primero

“Hoy en día esta nueva ‘normalidad’ exige además de la distancia social, prestar atención a nuestras emociones para buscar atención”.

Por: Manuel Saravia Oliver (*)

En tiempo de reactivación económica, no solo la salud física es importante. Por ello, en esta nueva convivencia social se requiere priorizar la salud mental, ya que las pandemias históricamente han causado graves sufrimientos psicológicos y sociales a las poblaciones afectadas.

En mayo un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) titulado “Covid-19 y la necesidad de acción en salud mental” ya advertía que los efectos de esta pandemia están siendo sumamente preocupantes debido al aislamiento social, el miedo al contagio, la posibilidad del fallecimiento de familiares y los desempleos.

La emergencia nacional actual genera estímulos que impactan en nuestra salud: algunos podrán adaptarse rápidamente y otros se mantendrán desadaptados, poniendo en peligro su sostenibilidad.

En el Perú, de acuerdo a una encuesta nacional del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 7 de cada 10 personas han experimentado angustia o ansiedad durante este periodo de confinamiento, es decir un 74 % de la población total.

¿Qué hacemos?

A pesar de que ha habido esfuerzos desde el Gobierno por atender los problemas de salud mental mediante la línea 113 y se aprobó en los primeros días de junio el Documento Técnico: Plan de Salud Mental (En el contexto Covid-19-Perú, 2020-2021), los esfuerzos serán insuficientes para todo lo que está por venirse. Una crisis puede sacar lo mejor y lo peor de las personas.

Si analizamos de manera prospectiva, las secuelas de la pandemia serán en la salud mental en diversos grupos como consecuencia del aislamiento, miedo, incertidumbre y la misma crisis económica a la que nos enfrentamos al mirar el futuro. Por ello, se requiere preparar una estructura para brindar soluciones ante un escenario de aumento de problemas y trastornos psicológicos en una pospandemia, tales como depresión, estrés, ansiedad y suicidios.

Hay que tener especial cuidado con los grupos vulnerables como adultos mayores y el personal de salud o policial que han estado en primera línea de batalla durante todo este tiempo y aquellos pacientes que ya presentaban algún tipo de trastorno mental.

En las empresas

La pandemia del COVID-19 también está poniendo a prueba la resiliencia de las organizaciones, sus planes de continuidad de negocio y su capacidad para proteger la salud física y mental de sus empleados. De acuerdo al Estudio Regional Tendencias de Salud Mental en Latinoamérica y el Caribe 2019, el 87,27% de empresas peruanas no había realizado una implementación de políticas de promoción, atención y rehabilitación en salud mental de sus colaboradores. En pocas palabras se espera que estén adecuando protocolos de actuación y soporte para sus trabajadores y sus familias.

Una empresa responsable que apuesta por sus colaboradores tendrá mejores resultados en productividad. Para ello, es primordial que las gerencias generen un liderazgo que transmita tranquilidad y preocuparse por el bienestar de sus empleados, establecer programas de apoyo y brindar de manera permanente soporte psicológico.

Por ejemplo, si el teletrabajo ha venido para quedarse, debe desarrollarse con ciertas garantías y regulaciones en cuanto a la jornada laboral, derecho a la desconexión o en lo que respecta a la seguridad y salud laboral.

Hoy en día esta nueva ‘normalidad’ exige además del uso de la mascarilla y la distancia social, prestar atención a nuestras emociones para buscar atención y soporte emocional si no podemos manejar situaciones y problemas por nosotros mismos. La salud mental también es primero.

(*) Psicólogo y psicoterapeuta | Director del Instituto Guestalt de Lima

La República

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