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Reaparece el billetón universitario

“Hoy estamos en la etapa de los golpes de mano con congresistas que quizás ni saben lo que están realmente haciendo”.

El nuevo intento de serrucharle el piso a la SUNEDU confirma que las mafias del negocio educativo gozan de buena salud. La superintendencia es la barrera contra las universidades dedicadas a cobrar ricos soles de pensión y a entregar a cambio unos míseros centavos de instrucción. Modus operandi que ha construido grandes fortunas particulares.

Repartidos como hongos por todo el país gracias a que el fujimorismo convirtió la educación en un negocio privado, los negociantes del membrete universitario llevan años tratando de bloquear el trabajo de SUNEDU. Se les suman los fanáticos religiosos que cuestionan el derecho del Estado a orientar la educación nacional. Santa alianza, por cierto.

Un argumento de los congresistas sumados a la mafia en esta ronda, y de educadores allegado a ellos, ha sido que SUNEDU debe tener una segunda instancia para las apelaciones. Para eso bastaría que las decisiones de la dirección de licenciamiento pasaran a someterse a una segunda opinión, en el Consejo Directivo.

Desde hace años venimos padeciendo estos embates de intereses particulares disfrazados de cuestiones de principio. Al inicio fueron ataques a ministros de Educación buscando reemplazarlos por titulares complacientes. Hoy estamos en la etapa de los golpes de mano con congresistas que quizás ni saben lo que están realmente haciendo.

Otro feble argumento que circula es el de la compasión por los alumnos afectados por la baja policía educacional. Se les presenta como víctimas de SUNEDU, cuando en realidad son víctimas de pseudouniversidades que siempre han estado allí para darles gato por liebre, con formaciones deleznables y títulos de escasa aceptación en el mercado laboral.

La campaña de la mafia no ha impedido a SUNEDU seguir con su tarea. Pero ha tenido el perverso efecto secundario de desprestigiar de antemano, o incluso desanimar, las críticas válidas a SUNEDU, que por cierto existen. En esto los pecadores han perjudicado a los justos, y no descartemos que lo hayan hecho deliberadamente.

En verdad deberíamos volver a la situación en que la educación no tenía lugar para negocios particulares en que las utilidades provienen del dinero que pagan los alumnos. La sociedad civil sin fines de lucro es institución suficiente como competencia frente al sector público. En eso están algunas de las mejores universidades del país.