Hablemos de los ambulantes...
“La solución para muchos fue y es el trabajo ambulante, el servicio de taxi y/o emprender, aunque los emprendimientos formales más pequeños son los que tienen menos posibilidades de subsistir”.
La situación de los ambulantes no es responsabilidad/culpa de los ambulantes. Y claro que deberíamos haber empezado esta discusión mucho antes del estado de emergencia.
Hay muchas expresiones de la precariedad laboral en nuestro país y el comercio ambulante es solo una de ellas. Este es un problema que se observa en su total dimensión a partir de las reformas laborales de los años 90. Fue el gobierno de Alberto Fujimori el que pulverizó los derechos de los trabajadores: anuló sindicatos y la posibilidad de negociar beneficios laborales por ramas, permitió que se ampliaran las causas que justifiquen despidos masivos, eliminó la estabilidad laboral absoluta, instauró la subcontratación, creó el actual sistema de AFP… todo eso, sumado al afianzamiento de un sistema corrupto, durante este período.
El impacto de estas medidas se siente ahora más que nunca. El sociólogo Custodio Arias recogía cifras valiosas: el subempleo que fluctuaba entre el 20% y 30% en Lima, se disparó a más del 70% en los ochenta y se mantuvo así durante el fujimorato. Es durante estos años que el trabajo informal se disparó y pasó a ser más de la mitad de la PEA (Población Económicamente Activa). Entre los años 1991 al 1999, los trabajadores con contratos permanentes disminuyeron a la mitad.
La solución para muchos fue y es el trabajo ambulante, el servicio de taxi y/o emprender, aunque los emprendimientos formales más pequeños son los que tienen menos posibilidades de subsistir. Actualmente, el comercio es el segundo sector más numeroso de empleo informal, después de la agricultura, ganadería y pesca. Estos comerciantes informales jamás han tenido acceso a protección social ni a un salario fijo y normalmente su objetivo no es lucrar, sino cubrir sus necesidades básicas*.
Este es el problema que arrastramos hace décadas. Un problema al que hemos recurrido para hacer nuestras compras y regatear precios, un problema al que le pusimos de nombre “emprendedurismo”, pero que en realidad es parte de la precariedad y la pobreza. Una situación que las autoridades no van a poder solucionar mientras no la hayan experimentado. Mientras sigan ajenas y lejanas, indiferentes al problema de fondo.
*Pérez, Guillermo. Economía informal y autoempleo en el Perú.
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