La tragedia de Lambayeque

Una de las regiones que ha simbolizado en los últimos años la corrupción y el abandono es Lambayeque, azotada por el crimen organizado que se coludió con autoridades municipales, regionales y congresistas. Cincos alcaldes, dos de ellos provinciales, han sido sindicados como cabecillas o integrantes de organizaciones criminales, y junto a ellos, innumerables funcionarios, empresarios, policías y otras autoridades. Los Wachiturros, Los Temerarios, y Los Limpios de la Corrupción convirtieron a esta emblemática e histórica región en tierra de nadie.

Desde niña he visitado esa zona del país, sobre todo Chiclayo, y he sido testigo de su deterioro. Sus pistas y carreteras destruidas, y sus calles con casonas coloniales abandonadas se convirtieron en interminables basurales. El desorden, la pobreza, el caos vehicular son consecuencias de las pésimas y corruptas gestiones ediles y regionales que han soportado los lambayecanos.

Quizás ese desamparo y esa herencia de corrupción explique la desidia y despreocupación con la que estos peruanos tomaron la emergencia y las medidas sanitarias. Sumado, por supuesto, a los errores y a la falta de liderazgo de sus actuales autoridades. Los últimos días hemos visto terribles imágenes de lo que vive la región norteña que soporta el nivel de letalidad más alto del país por la pandemia. Uno de cada cinco de los fallecidos, víctima del Covid-19, es de Lambayeque.

He leído algunos comentarios crueles culpándolos por su trágica suerte. Yo solo espero que el gobierno los ayude y reciban de nosotros compasión y solidaridad.