Lucha contra la extinción. El cambio climático está obligando a las plantas a desplazarse a zonas más altas. En Cusco, científicos peruanos y extranjeros estudian esta transición en la estación biológica de Wayqecha, situada en el valle de Kosñipata. Especies ascienden entre 2.5 y 3.5 metros por año.,En la zona de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu, los árboles han empezado a "moverse" cuesta arriba. Aunque esta idea suene jalada de los pelos, el aumento de la temperatura de la tierra - a consecuencia del cambio climático - está obligando a las diversas especies de plantas que habitan a lo largo del valle cusqueño de Kosñipata a escapar hacia la montaña, en busca de terrenos menos cálidos donde puedan sobrevivir. PUEDES VER: Conozca las normas que entran en vigencia desde hoy En medio del bosque nublado, considerado como uno de los lugares más biodiversos del planeta, un grupo de científicos de diferentes nacionalidades - entre ellos peruanos - reunidos bajo el nombre de ABERG (Grupo de Investigación sobre Biodiversidad y Ecosistemas de los Andes, por sus siglas en inglés) estudian desde hace más de diez años este singular proceso dentro de las 600 hectáreas de la estación biológica de Wayqecha, un Área de Conservación Privada a cargo de la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA). En 14 parcelas experimentales de 1 hectárea cada una, los investigadores empezaron en el 2003 a evaluar el comportamiento de las plantas frente al clima. Los primeros resultados de este trabajo a largo plazo demuestran los cambios que sufrieron 38 géneros de árboles tropicales en su lucha contra el calor entre los 950 y 3.400 msnm. La data obtenida a lo largo de este tiempo permite hoy conocer que cada año estas especies avanzan - en promedio - entre 2.5 y 3.5 metros hacia arriba. En un pequeño recorrido realizado por el equipo de La República en los pajonales aledaños a Wayqecha comprobamos que este ascenso va incluso más allá del rango estudiado. A 4.100 msnm, en plena puna, una especie sorprendió a nuestra guía: myrsine coriacea, un árbol típico de zonas tropicales y subtropicales que suele crecer 700 metros más abajo y que, según los estudios de ABERG, viene migrando 4.1 metros por año. “No es común ver esta especie aquí”, exclama asombrada la bióloga Roxy Cruz de la Universidad de California, Berkeley. “Aunque la vemos muy pequeña, esta puede llegar a crecer entre 15 y 20 metros de alto. El tiempo dirá si es que llega a alcanzar ese tamaño o si es que su adaptación se dará con una estatura más pequeña”, añade. Otras especies que han seguido este camino son las del género hedyosmum, plantas aromáticas cuyo nivel de migración llega a los 15.8 metros por año. También figura la miconia, planta nativa de las zonas tropicales de América caracterizada por las múltiples líneas de sus hojas. Esta especie hoy asciende 9.5 metros hacia arriba cada 12 meses. Mientras que la cecropia lo hace en un promedio de 3.9 metros por año. LA MIGRACIÓN Pero, ¿cómo es que se mueven estos árboles? La migración se da de muchas formas. Luego de que los árboles expulsen sus semillas son los insectos, las aves, el viento y la lluvia los encargados de transportarlas lejos de la planta madre a fin de que encuentren un lugar adecuado donde puedan crecer, asegurando así la supervivencia de las especies en el tiempo. “Quizá antes (estas semillas) ya llegaban a esta altura, pero no crecían. No tenía condiciones adecuadas para hacerlo, pero ahora como la temperatura global ha ido aumentando, en zonas más altas existen recursos apropiados para que germinen”, explica el director de la sede Cusco de ACCA, el biólogo Efraín Samochuallpa Solis. Debido a la menor temperatura y a la escasez de nutrientes tan importantes como el nitrógeno (que permite el crecimiento de las plantas y la síntesis de la clorofila), las montañas siempre se caracterizaron por tener pequeños arbustos y pastizales; sin embargo, ahora con escenarios más cálidos y húmedos las plantas han empezado a moverse, haciendo más difusa la zona de transición entre el bosque de nublado y el pajonal altoandino. CALOR AUMENTA Los fósiles encontrados bajo los lagos del mundo han ayudado a los científicos a conocer cómo se comportaba el clima hace miles de años y cómo es que las montañas se convirtieron en el refugio de diversas especies, cuando la tierra se tornaba más caliente. Los cuerpos de agua andinos también han servido para aclarar estas dudas. “Hay datos muy seguros de que los géneros de las plantas que hoy existen abajo, migraron en algún momento hasta zonas muy altas. Es algo que sabemos que sucedió en miles de años, pero verlo ahora en un periodo de 10 años es increíble. Si consideramos el tiempo de evolución lo que vemos aquí es muy rápido”, admite Cruz mientras observa las plantas de su alrededor. Si bien esta migración ya se da en los Andes peruanos y los resultados obtenidos considerados acelerados en términos evolutivos, es necesario precisar que este proceso es aún lento si es que tenemos en cuenta los aumentos de temperatura observados durante los últimos 30 años y pronósticos climáticos planteados por los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con escenarios catastróficos. Según el Ministerio del Ambiente, en Cusco la temperatura se incrementó en 1.6 °C desde 1965. Para mantener el equilibrio en esta parte de la tierra y evitar la extinción de las plantas y de insectos, animales y más seres vivos que dependen de ellos, se requiere que los árboles migren verticalmente – por lo menos - a velocidades de entre 5.5 o 7.5 metros por año, concluyen los investigadores de ABERG. “No tenemos la certeza de que todas las especies puedan sobrevivir, pero lo cierto es que ya se está dando ese proceso (de migración). Estos datos iniciales nos dicen que hay que seguir investigando para tener información más precisa, de todas maneras ver estas especies más arriba es una alerta, nos indica que algo está pasando acá”, asegura Samochuallpa Solis. MENOS PASTO Y aunque este ascenso es aún imperceptible para muchas personas, de continuar con esta tendencia será común encontrar durante los próximos años árboles sobre los 3.500 msnm. Sin embargo, esta adaptación a nuevas condiciones de vida podría generar un futuro conflicto con las comunidades ganaderas, ya que la llegada de nuevas especies de plantas a la montaña, muchos más grandes que las actuales, reducirían el área que hoy utilizan sus animales para pastar, única fuente de alimento de su ganado. “Ante esa situación todavía no sabemos cómo podrían adaptarse. Tal vez en la parte más alta se opte por mejorarse los pastos para que los animales tengan siempre alimento. Lo otra solución sería la estabulación del ganado y de esta forma no necesitarían movilizarse para pastar. Tienen que generarse posibilidades y plantearse estrategias para las comunidades”, concluye el jefe regional de ACCA.