El último muralista cusqueño

Desde el balcón de su casa-taller se pueden contemplar los nevados que coronan el Valle Sagrado de los Incas. Más cerca, se lucen los cultivos que parecen un gigantesco tablero de ajedrez y las callecitas con sus tradicionales portales de piedra que simbolizan el antiguo esplendor de un pueblo cuyo nombre ya es una marca registrada: Maras. Pero desde este mismo balcón se puede observar el interior de la vivienda, con bellos murales enmarcados en cenefas que decoran ambos pisos de la casa de Yuri Guevara Montesinos, el último pintor muralista de Maras.

Será ese miedo al vacío, propio del barroco, lo que lo ha impulsado a no dejar una sola esquina sin pintar. El lienzo es el muro tarrajeado con adobe y la pintura son tierras naturales decoradas con altos relieves en barro, con imágenes que van desde la mitología local hasta los atractivos turísticos de la zona. El trazo nos recuerda los códices del cronista Martín de Murúa, pero Yuri Guevara prefiere remontarse a la tradición muralista de su paisano Antonio Sinchirroca, uno de los representantes de la prestigiosa Escuela Cusqueña de Pintura virreinal.

El artista la denomina “arte raíz” y la define como “una combinación de la tendencia pictórica cosmoandina, las raíces ancestrales y las formas de las raíces de los árboles, que se amalgaman con los colores para encontrar diferentes formas y figuras primitivas”.

El maestro Yuri es hijo de doña Josefina Montesinos Mora y de don Justino Guevara Ortín de Orué, el último descendiente directo del encomendero español Pedro Ortiz de Orué, fundador de Villa San Francisco de Asís de Maras, hoy en la provincia de Urubamba. Reconoce que el arte se manifestó cuando era niño. Dibujaba en el caserío de Pacchaccata, en las paredes de barro, “sacando contrastes de claroscuros en los muros de la cocina que estaba llena de hollín por el humo de la leña”. Años después se graduó como maestro de artes plásticas en la Escuela Superior Autónoma (hoy universidad) de Bellas Artes Diego Quispe Tito de Cusco. Luego de ganar certámenes de pintura y una medalla de oro en un concurso de arte ecológico, Yuri viajó por varios países de la región y retornó para ejercer la docencia en colegios de la zona y como incansable promotor del cuidado y protección de los legados ancestrales y naturales de su distrito.

Escuela maestra

La tradición muralista se remonta a los albores de la civilización andina. Se trata de una actividad masiva pero perecible, por lo que quedan escasas muestras de su arte. Tenemos, por ejemplo, el denominado Muro del Tema Complejo en Huaca de la Luna (Trujillo) o las pinturas de la Huaca en U de Garagay, en el cono norte de Lima. Incluso, el ProLima descubrió que durante el virreinato existieron barrios completos de casas decoradas con murales polícromos en el centro de Lima. También en Cusco existen descripciones de las pinturas murales que decoraban los palacios ubicados en el perímetro del Haucaypata o plaza mayor qosqoruna. Hoy en día, además, podemos gozar de los murales del Convento de Santa Catalina de Cusco (ver foto) y en los templos San Pedro Apóstol de Andahuaylillas, San Juan Bautista de Huaro y la capilla de la Virgen de la Candelaria de Canincunca.

Será por eso que Yuri Guevara se considera un heredero de esa vieja tradición pictórica, que comparte con la escultura y la cerámica. Su casataller es conocida como el Recinto de los Murales y es visita obligada ahora que se instauró la feria dominical Maras Maki. Una buena oportunidad para apoyar el turismo y los emprendimientos de este rincón cusqueño.