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Domingo

Carmen McEvoy: “La incapacidad de dialogar nos ha llevado a este mundo de todos contra todos”

A pesar de los tiempos oscuros que vivimos, marcados por la pandemia y la crisis política, McEvoy destaca la resiliencia, capacidad de trabajo y amor por la vida de los peruanos.

Carmen McEvoy. Historiadora. Foto: Jhonel Rodríguez.
Carmen McEvoy. Historiadora. Foto: Jhonel Rodríguez.

Como parte del trabajo académico que inició para interpretar la relevancia del Bicentenario, el IEP acaba de lanzar una nueva publicación: La expedición libertadora, entre el Océano Pacífico y los andes, trabajo colectivo de 23 escritores, editado por Víctor Arrambide, Marcel Velásquez y Carmen McEvoy. Conversamos con esta última para revisar algunas conclusiones del libro.

Preocupados como estamos por la pandemia y por lo accidentadas que han sido las elecciones, apenas hemos recordado algunos episodios de la Guerra de Independencia con la que el Perú obtuvo su libertad hace 200 años, ¿qué discusiones relevantes hemos omitido, qué discusiones se han quedado fuera de la agenda pública?

Pienso que a pesar de la crisis política y la pandemia se han dado importantes discusiones durante este año tan difícil en el cual conmemoramos, en medio de la muerte, nuestro Bicentenario. Estoy gratamente sorprendida por la admirable labor de centenares de historiadores y académicos de departamentos y regiones que convocaron discusiones y coloquios y a pesar de los escasos recursos han difundido, mediante las redes, sus riquísimos aportes. A nivel de la historiografía nacional se han dado diversos encuentros convocados por universidades como San Marcos, la Pontificia Universidad Católica, las de Trujillo, Arequipa, Huamanga y el Congreso Nacional de Historia. Tuve la oportunidad de asistir a varios de esos encuentros, entre ellos el organizado por la Municipalidad de Tarma, que aún recuerdo con muchísimo cariño, porque constaté directamente el amor por la historia local de los tarmeños y el orgullo que les sigue produciendo ser vanguardia en el proceso independentista. La discusión que se ha quedado en la agenda y puede ser continuada el próximo año gira en torno a la construcción del estado desde las regiones, un proceso lento y difícil que sucede a la independencia y pienso brindaría luces sobre la complejidad de la construcción, aún incompleta, del Estado-Nación en el Perú.

El 2022 se cumplirán 200 años de nuestro nacimiento como república, ¿qué reflexión debería acompañar la conmemoración de ese hecho?

El 2022 es un año clave porque marca el inicio de nuestra experiencia republicana que, como bien sabemos,  tiene sus  luces y sus sombras, como  la exclusión de las mayorías. Sin embargo y más allá de ello, opino que esta conmemoración permitirá estudiar con detenimiento el surgimiento de nuestra primera Asamblea Constituyente, analizando sus discusiones y el plano inicial de la república, que se va diseñando en medio de la guerra y una sucesión de golpes de Estado que complicaron la institucionalidad.

Ha escrito un ensayo sobre Lima en el último libro del IEP: La expedición libertadora, entre el Océano Pacífico y los Andes, ¿cómo afectó a la ciudad la declaración de independencia?

En mi ensayo analizo el pacto entre la élite limeña y el general San Martín, que deriva en lo que hace un par de décadas denominé “la independencia controlada” . En el sentido de que la apuesta era por un cambio político, en las alturas, que no amenazará las jerarquías sociales y mucho menos la vieja hegemonía, económica y cultural de Lima. Ello no ocurrió cuando el general San Martín, desobediendo las directivas del Congreso chileno, quien había autorizado los fondos para la expedición libertadora a pedido de Bernardo O’Higgins, se nombró Protector y autorizó a Bernardo Monteagudo no solo el secuestro de los bienes de los españoles, entroncados con familias criollas, sino la manipulación de las elecciones conducentes a elegir a la representación nacional para el Congreso Constituyente. Ello produjo una crisis política que se irá agudizando a lo largo de toda la década, intensificada por los faccionalismos internos.

El hecho que mejor grafica la pérdida de relevancia de Lima durante la permanencia de San Martín, es que el virrey La Serna, al salir de la ciudad se llevó la máquina de acuñar moneda. Debió ser la primera vez que Lima dejaba de emitir el dinero del virreinato.

No solo la máquina de emitir moneda, sino que la burocracia parte también con el virrey La Serna, produciendo un enorme vacío de poder, una suerte de implosión del estado virreinal que debió ser rápidamente llenado con parte de la burocracia que trae San Martín de Santiago. Respecto a la máquina de imprimir moneda, Lima ya era una ciudad golpeada por una crisis económica que se agudiza con el bloqueo al Callao por parte de la fuerza expedicionaria y los cupos de guerra cobrados a los comerciantes. Es muy probable que el espiral inflacionario afectara a todos los sectores sociales.

¿Por qué dice que los libertadores en Lima debieron aplicar una estrategia de opinión antes que una maniobra de conquista?

En una carta de O’Higgins a San Martín encontré esa directiva: la guerra en el Perú, en especial en Lima, debía ser antes que nada de opinión. Probablemente por ser el centro del poder en América del Sur lo que se buscaba es, antes que una invasión cruenta e impredecible, que el gobierno implosionará por su incapacidad de resolver dos problemas claves: el de defensa de la población y el de el abastecimiento de la misma. En una guerra comunicacional, que San Martín y Monteagudo entienden muy bien, el objetivo fue erosionar la legitimidad de La Serna quien se vio obligado a huir a la Sierra desde donde continuó la guerra por defender el sistema virreinal. La pregunta que cabe es, ¿qué hubiera pasado si La Serna hubiera decidido quedarse en Lima y resistir no cediendo ante la guerra virtual?

¿Con la llegada de los libertadores nacieron las fake news en Lima?

Parte de la estrategia fue desinformar a la población respecto al número de soldados que venían con San Martín, sus pertrechos militares y lo que ocurriría en Lima si el virrey no se rendía. Todo ello creo una situación de zozobra, agudizada por la crisis económica y un posible estallido social en una ciudad con un alto número de población esclava. Por otro lado, el paso de militares realistas a las filas patriotas fue fortaleciendo la idea de que los realistas iban perdiendo la batalla sin siquiera haberla peleado. Fue una guerra psicológica muy bien pensada por un estratega militar que, como San Martín, venía de múltiples experiencias límites, como el cruce de los andes.

Muchas ciudades del Perú proclamaron su independencia antes que Lima, ¿eso marca de alguna manera su relación con el resto de departamentos y provincias?

A pesar de que la independencia se inicia en la periferia del centro político, económico y cultural más poderoso de América del Sur, toda la gloria se la llevó finalmente Lima en su jura del 28 de julio de 1821, que se celebró por todo lo alto en varias plazas capitalinas.  Es cierto que la caída de la Tres Veces Coronada- bastión virreinal por excelencia- emitió una señal muy poderosa ante España y el mundo entero, pero se omitió -a pesar que San Martín reconoció por ejemplo el papel jugado por la Intendencia de Trujillo- el inmenso tapiz tejido por miles de actores, en muchos casos anónimos. Esta distorsión se agudizó en el gobierno de  Leguía, quien al inaugurar la estatua de San Martín (en el corazón de Lima), durante la celebración del  Centenario, reforzó el binomio, en lugar de colaborar, debido a su relación con los indigenistas, a una imagen más certera y real, además de patriótica de la Independencia o las independencias como ahora se les denomina. Fueron múltiples pueblos, provincias y caseríos luchando, en asociación con las fuerzas expedicionarias, por lo que en ese momento clave interpretaban como su autonomía y su libertad del yugo español.

¿Por qué es importante la intención de Tarma de marchar a liberar Lima?

Este evento, narrado en detalle por el historiador Gustavo Montoya quien participa en el libro de La Expedición Libertadora, muestra como la implosión del sistema virreinal en su centro más preciado, solo comparable a Nueva España, redefinió al menos simbólicamente el balance del poder. Es por ello que Tarma, una región importante pero periférica, se anima a independizar a Lima. ¿Qué hubiera pasado si ello ocurría? Otra sería probablemente la historia de la construcción estatal en el Perú.

En otro artículo que publicó con el Proyecto Especial Bicentenario afirmó que habían tres motivos por los que el Perú no logró sus objetivos: desinterés por el bien común; desprecio por el otro, a quien se considera inferior; e incapacidad de tender puentes con los que discrepan de uno, ¿esas tres taras se mantienen, se han ido o se han agravado en la actualidad?

Por supuesto que han ido agravándose hasta llevar al Perú a la falta de gobernabilidad.  Pienso que el no haber resuelto temas tan importantes como la preeminencia del interés general sobre el meramente individual, la incapacidad de dialogar con el que no concuerda con tus ideas, unido a la ausencia de un proyecto nacional convocante y respetuoso de las diferencias, nos ha llevado a este mundo de todos contra todos y sálvese quien pueda.

¿Nuestra política no se puede entender sin una lógica de guerra?

Es un tema que he venido señalando desde hace varios años. En el Perú lo que predomina es la lógica de la guerra, donde el que tienes al frente no es un compatriota con el que puedes dialogar e intercambiar ideas, sino un potencial enemigo al cual debes destruir para destacar y  avanzar tu agenda personal. Y esto se nota desde el mundo de los negocios (para muestra está el “cartel” del Club de la Construcción haciendo frente común contra la competencia) hasta la academia, donde se ve a “colegas” que incluso anuncian la muerte (simbólica) de los que no piensan como ellos, acusándolos de todo lo imaginable para hacerse notar. Los caudillos crearon los fundamentos de este mundo de amigos y enemigos, que más adelante se verá reforzado con retazos del pensamiento único, una suerte de fundamentalismo tanto de derecha como de izquierda que te lleva irremisiblemente a la guerra y no a la política y la concertación.

Le reclamamos a los políticos que nunca lleguen a acuerdos, que entiendan el ejercicio de la política como una confrontación en la que se debe liquidar al rival, ¿hubo alguna vez en nuestra historia una ocasión en la que fuerzas antagónicas se unieran para sacar algo en común?

Existieron momentos breves como el pacto político, entre civilistas y demócratas, a fines del siglo XIX y principios del XX, que fue exitoso pero terminó minado por la necesidad de una de las partes, los civilistas, de ir copando todas las instancias del poder. Pareciera ser que hay una obsesión de dominio absoluto que termina petardeando cualquier esfuerzo de gobernabilidad en el largo plazo.

¿Las elecciones regionales y municipales del próximo año serán un factor que tense más la relación entre grupos políticos?

Probablemente, porque se desarrollarán con la lógica de ir copando políticamente  a todo el Perú, cuando lo que conviene es mantener, más bien, una diversidad de opiniones respecto a la política regional y nacional.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)