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Domingo

La vida en Discord

Un grupo de adolescentes nos cuenta por qué Discord está de moda y es una de las plataformas virtuales que más usan para pasar el rato con sus amigos. La pandemia le cortó las alas a su vida social, pero ellos buscan alternativas para seguir en contacto.

La plataforma de mensajería se ha popularizado entre los adolescentes en la pandemia, y hoy tiene 150 millones de usuarios activos mensuales. Crédito: John Reyes
La plataforma de mensajería se ha popularizado entre los adolescentes en la pandemia, y hoy tiene 150 millones de usuarios activos mensuales. Crédito: John Reyes

- Hola, ¿quieres jugar conmigo?

Así busca conversación a sus amigos Luciana Neyra, de 13 años, cada vez que se conecta a Discord, la aplicación de mensajería, que, en boca de varios adolescentes, es la que más está ‘en onda’ en estos días pandémicos. A ella han migrado en masa los centennials huyendo de las redes sociales que han sido tomadas por los adultos. TikTok, su último bastión, ya no es más su territorio, ahí están sus tías o hasta sus papás subiendo videos chistosos y, ¿a qué adolescente le gusta tener un papá tiktokero?

Discord

A Luciana Neyra (13) le gusta la app porque no consume tantos datos como Zoom y no baja baterías como TikTok.

Discord fue creada hace siete años y se popularizó primero entre los gamers, que necesitaban una plataforma virtual para hablar y chatear con sus amigos de forma simultánea. Así no tendrían que sacar las manos del teclado para hacer una videollamada o enviar un mensaje por WhatsApp mientras estaban en combate virtual. Discord les facilitó la vida e hizo posible juego y comunicación a distancia.

Luciana se enganchó a esta aplicación en 2019, para hacerse sentir entre sus pares mientras jugaba Fortnite y Valorant. La usaba con moderación, pero a raíz del aislamiento por el coronavirus, empezó a pasar más tiempo conectada y hoy la emplea no solo para chatear mientras juega, también para integrarse a alguna comunidad virtual y estrechar lazos de amistad. Hace meses creó un ‘server’ (servidor en español), un grupo cerrado, con Sebastián y Carlos, compañeros de su escuela primaria a quienes nunca había hablado y con quienes se reencontró en la virtualidad.

“Al comienzo hablábamos solo del juego, luego de las clases, de lo pesadas que estaban, luego de cómo nos sentíamos. Empezamos a ver películas por Rave y ahora nos hacemos videollamadas muy seguido”. Rave es una aplicación para ver películas a distancia, el anfitrión invita a sus amigos a una sesión online y los conectados pueden comentar mientras ven. Suple, de alguna forma, las visitas en mancha al cine, pero nunca será lo mismo porque no está el amigo al lado para quitarte la canchita.

Discord

Rodrigo Yánac (13) es gamer y administra diez servers en Discord, tiene grupos para diferentes videojuegos y para hacer tareas del colegio.

El 2020 fue un año difícil para todos los escolares del planeta. En particular para Rodrigo Yanac que, como Luciana, comenzó la secundaria -un hito importante en la vida de cualquiera-, pero lo hizo de una forma inusual, a través de una pantalla e inmerso en clases virtuales que no daban espacio a las casuales conversaciones de recreo que tanto buscan los adolescentes para integrarse a un grupo.

“Los primeros meses estuve un poco tímido, hice nuevos amigos recién en agosto, primero nos hablamos por el chat del Zoom en los recesos y luego les dije para conectarnos por Discord”, cuenta Rodrigo, que también tenía experiencia como gamer en la plataforma. Su usuario es Roda#1086 y ha creado 10 servidores organizados por grupos muy específicos: para videojuegos, para jugar con usuarios de otros países, para hacer las tareas del colegio. A veces también usa Twicht, una plataforma de Amazon que retransmite el juego de otros en vivo.

Aunque a primera vista la pantalla de Discord marea por la cantidad de información y parece estar en lenguaje de programación. Lo que sorprende es la minuciosa clasificación que hacen los usuarios de su mensajería: cada servidor tiene canales de voz, texto y video, que se clasifican, a la vez, en temas diversos: gaming, música, memes, noticias, tareas del cole, fotos, mashups, videos, un largo etcétera, el administrador del servidor nombra los canales como quiere y de acuerdo con los intereses de sus amigos.

Discord

Joaquín Velásquez (12) se enganchó a Discord para comunicarse con sus amigos mientras jugaba en línea.

“Discord tiene muchas más ventajas que WhatsApp, donde no puedes compartir pantalla. También puedo unirme a otros grupos y explorar, algo que no puedes hacer en Zoom, donde permaneces en una sola reunión”, comenta Joaquín Velásquez, de 12 años, sobre las virtudes de la plataforma. Poder personalizar sus emojis y ponerle efectos a su voz son otros de los atractivos que lo atraparon.

Pero la gran ventaja que parece dar Discord a los menores es que no es necesario tener un smartphone para conectarse, basta con una pc o laptop. “Para unirte a WhatsApp necesitas un celular, para hacer videollamadas en Instagram o en el messenger de Facebook, también necesitas uno. Discord te da la comodidad de hacerlo todo por la computadora”, agrega Rodrigo. “Además no gastas muchos datos [de internet] como sí pasa con Zoom, y no consumes mu- cha batería como con TikTok”, comenta Luciana.

De ser un reducto de la comunidad gaming, hoy Discord se ha popularizado tanto que se ha asociado con Sony Interactive Entertainment y Microsoft tentó comprarla por 10 mil millones de dólares. Creció durante la pandemia, según Business Insider, tiene unos 150 millones de usuarios activos al mes. Y a diferencia de las otras redes sociales, que están do- minadas por los algoritmos y la publicidad, en Discord no hay anuncios. Su rentabilidad se la dan las suscripciones a ciertos extras, como poder animar tu avatar o enviar videos en alta resolución.

Discord

José Oscanova (18) prefiere Discord a Facebook porque nadie ve lo que publicas y puedes crear grupos privados.

A José Oscanova, de 18 años, que empezó a pasar tiempo en Discord antes de la pandemia, lo que más le gustó de la app fue la privacidad. Si bien cuando se ingresa a la interfaz se pueden ver decenas de servidores activos -grupos públicos de cientos de usuarios a los que se puede acceder libremente y que normalmente son creados por estrellas del gaming o influencers-, existen también servidores cerrados creados por jóvenes que quieren pasar el rato solo con un puñado de amigos.

“Mientras en Facebook o Twitter todo el mundo ve lo que publicas, en Discord creas tu server y todo es más íntimo y casual, es como estar en un privado donde puedes hablar en relajo de todo”, dice José, que el año pasado terminó la secundaria y confiesa que la app ayudó muchísimo a integrar a su promoción. “Puedes estar todo el día conectado desde tu pc y ver si tus amigos están ahí, qué canción están escuchando o si están jugando, te hace sentir acompañado”, dice.

Sin embargo, dada su experiencia, el hoy estudiante de gastronomía subraya que Discord sirve para estrechar lazos mas no para crear grandes amistades. Luciana, que pasa bastante tiempo en la app, lo confirma: “Yo suelo ser muy sociable, pero ahora por la pandemia, se me complica hablar con otras personas. Tú puedes empezar a chatear con alguien en Discord, decirle ¿vamos a jugar?, luego vas a la llamada en privado, pero me pasa que no tengo más ideas de conversación más allá de preguntarle cómo está, por eso prefiero hablar más con mis amigos. A veces, por las noches, se ponen muy mal por todo lo que está pasando y necesitan llorar”.

La comunicación a través de pantallas sigue siendo una limitación, pero de alguna forma las redes sociales y las aplicaciones virtuales han sido la gran red que apoyo para muchas soledades durante el encierro. La tribu de los adolescentes, que son los que más necesitan estar en grupo para aprender a socializar, ha buscado formas para seguir en contacto: Discord, Twitch, Rave, Netflix Party, Club House son apps de diversos tipos hechas para los fines sociales de siempre: conocer gente, sentirse acompañados, pasar el rato.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.