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Domingo

Si somos una familia muy normal...

¿Se mantendrá Kenji firme en sus convicciones sobre el carácter corrupto del partido de su hermana o se rendirá al juego paterno?”.

Maritza Espinoza
Maritza Espinoza

¿Qué habrá pensado don Alberto Fujimori cuando decidió publicar, en Twitter, esa carta en la que pedía ayuda a todos los que lo aprecian (sic) para reunir a su hoy despedazada familia? ¿A quién iría destinada? ¿Qué esperaría que ocurriera cuando la leyeran sus misteriosos destinatarios? ¿Acaso que, como por ensalmo, su hija mayor y su hijo menor se dieran un abrazo fraternal y corrieran a visitarlo agarraditos de la mano y con lágrimas de arrepentimiento en los ojos?

Que un padre se declare incapaz de unir a su familia es la más grande admisión de fracaso humano que he escuchado en mi vida, pero, más allá de eso, sorprende que alguien necesite hacerlo por medio de una invocación en una red social. ¿Acaso no tiene don Alberto los números de celular de sus retoños? ¿No puede, como cualquier padre, convocarlos y darles un jalón de orejas para que se dejen de niñerías? ¿No está seguro de que sus hijos estén interesados en sus admoniciones?

Pero, claro, lo que para algunos ingenuos pareció el conmovedor pedido de un padre apesadumbrado ante una situación que afecta su salud, lo entristece y bla, bla, bla, mostró su verdadera entraña cuando, sin el menor pudor, el anciano exdictador reveló su verdadera preocupación: que la desunión familiar estaba perjudicando al movimiento político que él fundó y que gracias, entre otras cosas, al odio jarocho que se tienen sus hijos, se encuentra en su peor momento y a punto de no pasar la valla electoral.

Y para evidenciar mejor que aquí no hay un asunto de afectos ni tonterías emocionales, Keiko, la hija mayor, evitando el tono melodramático del padre, le respondió con una gélida carta en la que, tras unas frases de cliché, le aseguraba que el movimiento que inició está y estará “en el corazón agradecido de millones de peruanos”, por lo que, claro, en este momento “estar unidos es lo más importante” y que “ha llegado el momento de volver a empezar”.

El padre no tardó en responder con un escueto telegrama: “En la familia Fujimori nunca es tarde para volver a empezar. Eso sí, es indispensable renovar en todo sentido”. ¿Calidez? ¿Ternura? ¿Amor filial? ¡Wiflas! Este intercambio epistolar para las galerías es, evidentemente, parte de un acuerdo previo para romper las resistencias del hermano rebelde -sí, el mismo al que la propia Keiko destruyó políticamente tendiéndole una emboscada-, quien, si no respondiera al interesado llamado del clan, quedará, creen ellos, como el desafecto, rencoroso y desobediente hijo sordo a los lastimeros llamados del patriarca.

Kenji, el verdadero aludido de la epístola de marras, no ha dicho hasta el momento esta boca es mía. Un día después de publicada, se limitó a tuitear, sin darse por enterado, una frase que, acompañada de un video en el que cargaba varias jabas de huevos, remitía más a Paulo Coelho que a papi: “La vida es un equilibrio, nada como disfrutarla plenamente en todo momento #díadetrabajo #LoshuevosdeKenji”.

En pocas palabras, el menor de los Fujimori prefirió -por lo menos hasta el momento- mantenerse ajeno al cínico oportunismo de su hermana y de su progenitor, quien, recordemos, no salió a defenderlo en el momento más duro de su vida política, cuando las huestes de su hermana, evidentemente instruidos por esta, lo insultaron con los adjetivos más humillantes, justamente por haber buscado la libertad del padre por todos los medios a su alcance.

¿Se mantendrá Kenji firme en sus convicciones sobre el carácter corrupto del partido de su hermana o se rendirá al juego paterno? Muchos dicen que el muchacho es sentimental, pero no tonto, y que tiene su propio juego, que pasa por postergar sus aspiraciones presidenciales y sumarse a otro movimiento político, lo que, evidentemente, caería como un yunque sobre el proyecto político de padre e hija para el 2021.

Lo único que falta ahora es un partido que, en disruptiva movida que descolocaría al fujimorismo desde sus cimientos, decida tenderle un puente al muchachón de los huevos y jalárselo para sus filas. Total, con el arrastre que aún le queda, podría volver a ser el congresista más votado o, quien sabe, un potente candidato a vicepresidente que reforzaría cualquier plancha.

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.