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Domingo

Hermanas del mar: Daniella Rosas y María Fernanda Reyes

Una aprendió a surfear mientras su mamá vendía raspadillas. La otra integró el proyecto de Sofía Mulanovich. María Fernanda Reyes y Daniella Rosas en la cresta de la ola del deporte que más medallas ha alcanzado para Perú en Lima 2019.

Dos golpes en el pecho, los brazos extendidos, el mar sometido, el torbellino de espuma, la zambullida, la gloria.

Falta un minuto y medio para que concluya la final de Surf Open en Lima 2019, en Punta Rocas, pero Daniella Rosas ya lo sabe: su combo de maniobras, en esa ola interminable de doce segundos, ha sido insuperable. La medalla de oro será suya.

La ecuatoriana Dominic Barona, mayor que ella por doce años, campeona sudamericana de la World Surf League (WSL) en el 2018, catalogada como la surfista del momento, dirá después para los medios ecuatorianos que los jueces no fueron justos. Que la localía se interpuso, mordiendo su verdadera derrota.

Daniella saldrá del mar. Será paseada en hombros. Agitará la bandera peruana. Pero sobre todo buscará a alguien. Una mujer bajita, con gorra, que viste la casaca de la selección peruana. Mónica Rosas, la mujer inmensa que la acogió en su útero.

Se trenzarán en un abrazo más interminable que la ola que le dio el campeonato. Un abrazo tierno, reconfortante y llorón. Un abrazo que ellas quisieran que no terminara nunca. Pero hay que cumplir con la televisión en vivo, y sus contratos de exclusividad.

Perú ha sumado una nueva medalla de oro -un acontecimiento infrecuente que ha sucedido con cierta frecuencia en el último mes- en Lima 2019, gracias a una menor de edad. Una chorrillana de 17 años que nació mirando el mar. Y creció a medida que lo domaba.

Pero más que una galleta de metal, y un respiro en el medallero, el país ha ganado una escena. Una escena icónica de Lima 2019, que trascenderá al deporte. Las mujeres de hoy y mañana tendrán una nueva referente. Una cazadora de olas llamada Daniella Rosas.


Una ‘Pantera’ en el mar

Un cuerpo acaba de ser tragado por una ola con todo y tabla.

Ha caído de espaldas por el azote del mar. Un mar picado y embriagado que no le ha perdonado haberlo retado. Pasará el tiempo suficiente para preocuparse. Pero después de que la tormenta marina se haya calmado, veremos a María Fernanda Reyes nadando durísimo hacia la orilla, liberando su ímpetu en cada brazada. Si no se tratara de una deportista de élite, un par de salvavidas habrían ido a su rescate. Y un quiropráctico la atendería durante todo el invierno.

Pero ‘Mafer’ ha nacido en el mar. Es una criatura más de su inmensidad. Tanto que aprendió a montarse en una tabla antes que nadar, cuando Gustavo Solé, un cliente del puesto de raspadillas de su madre en la playa Makaha, la recibió en su academia de surf sin cobrarle un centavo.

Nada fuerte, ‘Mafer’. Nada con desesperación. Es el segundo día de competencia de longboard femenino en Lima 2019, y el revolcón le ha partido la tabla.

Como mandan las reglas, no puede subirse a la moto de asistencia porque la descalificaría en el acto. Debe llegar a la orilla para coger su tabla de repuesto, y volver al mar.

La media hora que tiene para coger dos buenas olas está corriendo. Y sus competidoras exprimirán la ventaja.

No será nada sencillo adentrarse de nuevo a unas aguas embravecidas. Pero ‘Mafer’ lo conseguirá. Cambiará el plan, pero no la meta.

Su caída le costará un poco caro. Deberá pasar por el repechaje. Pero después de todo su camino hacia el podio solo se alargará. Obtendrá la medalla de plata por encima de la canadiense Mathea Dempfle. Será ovacionada por Punta Rocas. Le dedicará su actuación al Perú, pero sobre todo a ‘Charito’, la mujer que la hizo conocer el mar. Aquella que la llevaba todos los veranos a la Costa Verde desde Villa María del Triunfo para que le hiciera compañía mientras vendía raspadilla, ese hielo granizado bañado en jarabes de frutas.

Al lado de ‘Charito’, en la tribuna, no se cansarán de aplaudirla sus otras personas favoritas: su hermana menor, su padrino y su novio.

Como la bautizó su primer entrenador Gustavo Solé: la ‘Pantera’ Reyes había vencido.


¿Y ‘Sofi’ y la ‘Negra’?

-¿Cuál te tocó a ti, ‘Mafer’? A mí me tocó La piedra de los doce ángulos alucina. -A mí la de (la fortaleza) Kuélap. Me han dicho que la de bronce es el Candelabro (Líneas de Nazca).

Como si estuviesen hablando de figuritas, Daniella Rosas y María Fernanda Reyes se muestran el reverso de sus medallas en esta mañana nublada, en La Herradura.

Han pasado algunos días de sus proezas, y desde entonces se reparten entre su familia y la prensa. No hay día en que no den una entrevista. Incluso, ‘Mafer’ postergó su viaje al Cusco por aceptar una invitación de una cadena de televisión por cable. Pero solo brevemente. Nada ni nadie le arrebatará su fin de semana en la ciudad imperial.

“Yo he tratado de juntar todas las entrevistas para quedar libre. Es un locón. Aunque mi cara de sueño es así siempre”, dice Daniella, peliteñida, pecas en las mejillas, párpados caídos.

Como una surfer veterana, Daniella se conduce con fluidez entre el relajo y la determinación, virtudes indispensables para sobrevivir en el mar y en la tierra.

En diciembre de 2018, Daniella Rosas se ganó su lugar en los Panamericanos Lima 2018, superando a Sofía Mulanovich y a Analí Gómez. Algunos diarios lo tomaron como una tragedia. Después de todo se trataba de dos campeonas del mundo. Dos baluartes del surf peruano. Sofía incluso había salido del retiro porque le ilusionaba competir en los primeros Panamericanos de nuestra historia.

¿Cómo era posible que nos representaran dos chiquillas (Daniella Rosas y Melanie Giunta) en tabla corta? ¿Qué habían hecho para desplazar a la ‘Sofi’ y a la ‘Negra’? Para quienes realmente saben de esto no fue ninguna sorpresa.

Daniella Rosas ha mostrado destellos de maestría desde muy pequeña, cuando formaba parte del proyecto de niños tablistas de Sofía Mulanovich precisamente. A los 13 años se deslizó sobre la descomunal ola de Pico Alto, en Punta Hermosa. Viajó dos veces a Australia para llevar dos campamentos y aprender de los mejores. Y a los 14 años quedó subcampeona en unos Panamericanos muy cerca de la ‘Negra’ Gómez.

La performance de ‘Mafer’, a sus 21 años, tampoco ha sido motivo de asombro. A los 17 años se convirtió en la primera peruana en longboard en ingresar al Tour Mundial.

Hace algunos años era normal ver a Daniella y ‘Mafer’ en las finales nacionales de longboard. Ambas competían en la misma modalidad. Alguna vez ‘Mafer’ le prestó su hombro a una Daniella, aún adolescente, que no paraba de lloriquear. Experiencias que solo las hicieron más amigas.

Como el hecho de que sus madres hayan cubierto gran parte de sus afectos. Sobre todo en el caso de Daniella que dice no conocer a su padre.

“Creo que siempre se va a mantener así. Es la mejor manera. Me parecería de mala educación que se me acercara por haber ganado un Panamericano. Esta medalla es para el Perú, pero sobre todo para mi mamá por hacerme creer que soy buena y fuerte”.

Por lo pronto, Daniella ya tiene un lugar en Tokio 2020. Un espacio que ‘Mafer’ también desea conquistar. El metal les sabe bien.




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